4 de junio de 2008

ESTADOS UNIDOS Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL


Wilson Eduardo Ortegón y Andrés Leonardo Flórez

Durante la década de los 50, tanto la Unión Soviética como los Estados Unidos comenzaron a competir en busca de una mayor influencia sobre los países menos desarrollados que empezaban a emerger en las regiones de Asia, África y América Latina; como era de esperarse, el mundo estaba bajo la influencia de un sistema bipolar, donde el objeto de la competencia de estas superpotencias era ganar cada vez más influencia sobre la política exterior de estos países, llegando a veces a la intervención en sus asuntos internos para determinar la composición y naturaleza de sus gobiernos.

Sin embargo, luego de la caída de la URSS y el Muro de Berlín, se habló en el mundo de que solo existía una potencia económica, política y militar que eran los Estados Unidos, y por esta razón, el mundo cambia en su concepción al ver que ya no giraba bajo la influencia de un sistema bipolar donde el control lo tenían EEUU y la URSS, sino que ahora el mundo giraría en torno a los intereses de Estados Unidos como potencia hegemónica mundial.

De esta manera, “en la medida en que los intereses de Estados Unidos traspasen claramente sus fronteras y en la medida en que posee la capacidad militar y técnica, además de la económica y mediática, para desarrollarlos en vastas regiones del mundo, tenemos un caso particular: el de una estrategia “nacional” que tiene implicaciones directas en el nivel sistémico global y en muchos sentidos en los niveles macro regionales, trátese de Europa, Asia, Oceanía, África ó América Latina” .

El objetivo de este corto ensayo es observar la actual dinámica del sistema internacional producida por el impacto de la política exterior de Estados Unidos en el escenario asiático, africano y Oriente medio, así como el papel que vienen desarrollando las economías emergentes asiáticas, y a su vez analizar la nueva ubicación geoestratégica de las relaciones económicas, políticas y socioculturales que se están gestando en el continente asiático y están determinando la balanza de poder y el nuevo orden mundial.

El siglo XXI nos devela un sistema internacional atravesando por un periodo de transición, en el cual los centros de poder geopolíticos y geoeconómicos se están reorganizando y reubicando en diferentes lugares gracias al crecimiento de las relaciones económicas y comerciales entre las Naciones-Estado, así como en el dinamismo de las relaciones diplomáticas entre éstos y las organizaciones multilaterales.

Durante la época de la Guerra Fría, el poder se definía por la influencia ideológica que pudiera ejercer la Unión Soviética o Estados Unidos sobre los demás Estados en lo que se denominó teóricamente como “sistema bipolar”; más adelante a principios de los años 90’s con la caída del imperio soviético, se da paso al “sistema unipolar”, en el que Estados Unidos se consolida como única potencia hegemónica y sus decisiones de política interna y externa afectaban directa e indirectamente a todos lo Estados en el globo. Paralelamente a este fenómeno, comienza el asenso gradual de las economías asiáticas – China, India, y los tigres asiáticos - perfilándose como una de las regiones más importantes y determinantes durante los próximos años.

A comienzos del siglo XXI, el sistema internacional evidencia el nuevo epicentro de la política exterior de Estados Unidos, que si bien en el siglo anterior se desarrollaba en el espacio trasatlántico, hoy, la dinámica de las relaciones internacionales mundiales se mueven a través del espacio traspacífico. Existen múltiples actores estatales y no estatales que ostentan el poder, como las organizaciones globales – ejemplo: ONU, FMI, OCS- y regionales - OCS, ASEAN, UA, Liga Árabe- empresas multinacionales que dominan sectores como el energético, financiero y manufacturero, medios de comunicación, grupos terroristas entre otras.

Para este trabajo, en adición a los poderes mundiales más importantes existen numerosos poderes regionales: Nigeria y Sudáfrica en África, Egipto, Irán e Israel en Oriente Medio, Pakistán en Asia meridional, Australia, Indonesia, Corea del Sur en el este asiático y Oceanía.

Con los acontecimientos del 11 de septiembre, la política exterior de Estados Unidos tuvo una transformación en cuanto a los intereses y la forma de consecución de los mismos. Los nuevos documentos oficiales plantean la necesidad de estabilizar áreas problemáticas del planeta y garantizar la libertad de mercado. Aunque es necesario aclarar que existen regiones específicas a las que se otorga especial relevancia por sus características propias como es África, Asia y Medio Oriente, si bien tienen condiciones distintas, confluyen en el eje de interés de Estados Unidos.

Por un lado, el continente africano se integra ante los impulsos y procesos democratizadores globales, que buscan regímenes políticos y electorales abiertos, que permitan el desarrollo económico y la inversión extranjera que propicia la explotación de las amplias reservas de recursos naturales. En cuanto a Asia, la división regional permite el establecimiento de prioridades y manejo de situaciones específicas que van más allá de la prevención de conflictos, buscando la asociación económica por medio de alianzas estratégicas sobre intereses comunes.

La descripción de los parámetros establecidos por el gobierno estadounidense, podrían ser analizados de manera pragmática ante los acontecimientos que se han venido desarrollando en la cruzada contra el terrorismo después del 11 de Septiembre, logrando contrastarlos ante los objetivos reales que se persiguen en el escenario de estos continentes.

Estados Unidos vs. Asia

Ninguna otra región del mundo encierra mayores beneficios y desafíos en potencia para Estados Unidos que Asia Oriental. En ella se encuentran algunos de sus socios más incondicionales en materia de seguridad y comercio; se encuentran Japón, potencia establecida, China, potencia emergente; y se encuentra también un dinamismo político y económico que es motivo de envidia en otras regiones.

La región contiene un tercio de la población de la Tierra; representa un cuarto del PIB mundial; tiene una participación desproporcionada del crecimiento mundial y recibe 26 por ciento de nuestras exportaciones, inclusive cerca del 37 por ciento de nuestras exportaciones agrícolas, en total unos 810.000 millones de dólares en comercio bidireccional con Estados Unidos. En todos los aspectos, ya sea geopolítico, militar, diplomático, económico o comercial, Asia Oriental es una región vital para los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos .

El análisis de las características propias de las actuales relaciones entre los Estados Unidos y el continente asiático debe realizarse de acuerdo a la separación en regiones geográficas especificas, ya que a pesar de la proximidad geográfica, las dinámicas presentes en cada una de estas sub-regiones son diferentes y presenta intereses específicos y distintas formas de establecer las políticas hacia éstas. Se debe tener en cuenta que para Estados Unidos, ésta es una región que presenta grandes beneficios y desafíos, debido a que en esta región se encuentran algunos de sus socios más incondicionales en materia de seguridad y comercio, teniendo por un lado a Japón como potencia establecida y a china como potencia emergente, de igual manera, en esta región se logra destacar el dinamismo político y económico que es motivo de atención en otras regiones.

Por ende, “las prioridades estratégicas a largo plazo de la política exterior de Estados Unidos son, en lo esencial, bastante sencillas. Queremos un mundo democrático, próspero, estable, seguro y donde reine la paz. Nuestras políticas con respecto a la región de Asia Oriental y del Pacifico se apoyan en estos objetivos mundiales y participamos ampliamente en la región, en el avance de estas metas fundamentales” .

En primera instancia se toma en cuenta la región denominada Asia Oriental y el pacifico, que toma importante relevancia ante la presencia de Japón como potencia establecida, y de China como potencia emergente. Los problemas de conflictos internos y terrorismo son mínimos en esta región, aunque existe la excepcionalidad de la problemática en la península de Corea y las dinámicas de la relación entre China y Taiwán.

No obstante, se debe destacar que en el trasfondo de todas estas intervenciones que EE.UU. ha hecho en esta región, aún quedan varias amenazas que hasta el día de hoy son preocupantes para este actor internacional, entre estas se destacan Corea del Norte, donde el régimen Pyongyang continua enfrentándose a la comunidad internacional ante la presunta posesión y venta de armas nucleares; con el fin de buscar una salida a esta posible amenaza, “EE.UU. ha establecido el marco de las conversaciones a seis bandas, cuyo objetivo es lograr que Corea del Norte desmantele su programa nuclear en forma permanente, completa y transparente” .

En cuanto a Taiwán, EE.UU. continúa prestando atención cuidadosa a la evolución de las relaciones en el estrecho, pero así mismo reitera “la política de “una sola China” de conformidad con los tres comunicados emitidos conjuntamente por Estados Unidos y la República Popular de China, donde enfatizan que no apoyamos la independencia de Taiwán y nos oponemos a medidas unilaterales, tanto por parte de la República Popular China, como por parte de Taiwán, que alteren el statu quo. Instamos a ambas partes a que abran un diálogo directo a fin de llegar a una solución pacifica de las diferencias en el estrecho, sin la amenaza o el uso de la fuerza y de manera aceptable para ambas partes” .

Sin embargo, la general estabilidad económica convierte a esta zona propicia para el establecimiento de lazos económicos, por lo cual Estados Unidos ha participado en las iniciativas de liberalización de comercio como la APEC y la ASEAN a fin de fortalecer las relaciones con sus aliados en el área y beneficiarse de los flujos de comercio que emergen en la zona oriental de Asia.

Por esta razón, EE.UU. tiene una percepción distinta acerca de cada bloque económico que acrecienta esta zona, ya que para ellos la APEC es la institución clave en la búsqueda de la liberalización del comercio y la inversión, aparte de encontrar solución a las cuestiones que exigen una cooperación multilateral, como por ejemplo la forma de enfrentar la amenaza de una pandemia de influenza aviar y garantizar la seguridad del comercio en la región.

De igual manera, la ASEAN inspira establecer acuerdos de cooperación mutua en materia de política, seguridad, economía y aspectos socioculturales, con el fin de mantener vínculos comerciales a largo plazo que puedan llegar a satisfacer los intereses de cada uno de estos dos actores en el escenario internacional, no obstante, este tipo de situaciones lleva a que se fortalezcan las alianzas entre estas dos partes, con el objeto de luchar contra las amenazas a la paz y la seguridad regional. Si bien, algunos resultados positivos que se han presentado hacen referencia a las elecciones de enero del 2004 no solo en las democracias establecidas como Japón, Malasia, Mongolia, Filipinas, Singapur, Corea del Sur y Taiwán, sino también en Indonesia, país de reciente democratización con la mayor población musulmana del mundo.

En materia de política exterior China, algunas de las prioridades e intereses estratégicos incluidos en su agenda son la contención de Japón y EEUU, hegemonía y liderazgo en el continente asiático, acceso a los recursos energéticos y control sobre el mar de China, buscar la unificación con Taiwán y reprimir los brotes separatistas de Xinjiang y el Tíbet.

China ha desarrollado una hábil diplomacia basada en la política de “buena vecindad” con respecto a los países asiáticos, con la que ha mejorado mucho sus relaciones con la mayoría de sus vecinos. Su diplomacia de “beneficio mutuo” ha propiciado que China y sus socios asiáticos se concentren en el desarrollo de áreas que tienen en común, dejando de lado sus diferencias. Con la excepción de Taiwán, China no ha exigido mucho a los países asiáticos .

Las relaciones de China con Japón y Taiwán encabezan las limitaciones y deficiencias de su creciente influencia en Asia. El fuerte nacionalismo chino, así como sus reclamaciones territoriales, han complicado los esfuerzos de Beijing por mejorar las relaciones con sus vecinos asiáticos.

La influencia de China en la región y su interés por proteger sus intereses estratégicos se ve representada en la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), que según sus objetivos pretende oficializar el asenso de la RPC en la región asiática, busca incrementar su peso en el continente afianzando su influencia y busca llenar el vacío de poder que dejó Rusia en Asia central. El peso de esta organización que aumenta gradualmente en la región determinará la balanza de poder y el papel de liderazgo de China frente a las economías emergentes del continente y también determinará las dinámicas comerciales y energéticas frente a la postura de EEUU.

Las debilidades de EEUU en Asia han sido ampliamente difundidas. El discurso predominante en EEUU sobre Asia se centra en la imagen negativa que tiene entre la opinión pública y las elites de la región y que es compartida por muchos dirigentes asiáticos. La principal causa de esta imagen negativa es la política exterior del Gobierno norteamericano y en primer lugar la guerra de Irak, a la que se opusieron firmemente y la dura postura de EEUU hacia Corea del Norte .

Por otra parte, es necesario hacer énfasis en la región de Asia Central, donde Estados Unidos busca en esta zona la propagación de las ideas de libertad y democracia que aseguren la estabilidad política y económica, a fin de mantener despejados los flujos de recursos energéticos provenientes principalmente de las reservas en el Mar Caspio, acrecentado ante los sucesos desencadenados después del 11 de septiembre con la operación militar en Afganistán.

Rusia juega un papel importante en la influencia que ejerce sobre la región de Asia central ya que durante el periodo de la ex URSS, estos países formaron parte de ella y gran parte de las instituciones políticas y culturales que actualmente poseen son producto de la herencia soviética. Precisamente uno de los objetivos de la política exterior rusa es consolidar el liderazgo en esa región y derrotar el terrorismo en sus esferas de influencia. Así mismo Rusia busca contener a EEUU mediante cooperación comercial y militar con China.

Tras el colapso de la Unión Soviética y su disolución en 1991, los Estados de Asia Central se han enfrentado a todo tipo de desafíos en lo que respecta a su seguridad. Ha sido cuestionada en cuanto ha su viabilidad como Estados independientes y también su habilidad para garantizar las necesidades y derechos básicos de sus ciudadanos, y su capacidad para conservar la soberanía ante la competencia de explotación de los recursos energéticos y la lucha contra el terrorismo.

Los principales problemas que afectan la estabilidad y la seguridad de Asia Central son el terrorismo, la inestabilidad política, la disputa por los recursos, traficantes, separatistas étnicos, falta de cobertura social y la incidencia de enfermedades como el VIH SIDA. Estos fenómenos están estrechamente relacionados y contrastan con una región bastante rica en recursos naturales - energéticos y geoestrategicamente clave para el desarrollo del capitalismo mundial, pero que en el trasfondo, reflejan la deficiente gestión de los gobiernos locales que buscan el lucro particular por encima del bien común.

“En particular, estaba claramente previsto que la creciente presencia americana conllevaría una mayor presión sobre los gobiernos de Asia Central para que mejoraran sus historiales en cuanto a derechos humanos y democratización. Tales expectativas de un ritmo acelerado de reformas fueron, en su mayoría, una mera ilusión” . En si, la intervención en Afganistán no ha traído los objetivos de estabilización de la zona, debido a que los regímenes en parte autoritarios y lo problemas políticos continúan en la zona, sumando la presencia de Rusia que ve este territorio como su esfera de influencia histórica y también como un actor interesado en la explotación de los recursos que se pueden encontrar allí.

Además de China, Japón y la región de Asia central, otro elemento clave de la política exterior de EEUU en Asia es la formación de una nueva relación con India. India es candidata a ser potencia mundial para el 2050 aproximadamente y cuenta con un desarrollo económico creciente y una porción alta de población que se encuentra en la clase media. Estas son ventajas que a mediano plazo convertirán a la India en uno de los Estados más importantes junto con China en el escenario asiático y mundial.

“Washington ha descubierto el potencial de la India para contrarrestar la expansión de la influencia China, mientras que Beijing ve en su vecino un potencial rival en el acceso a los recursos energéticos y un posible obstáculo a su estrategia de “desarrollo pacífico” por lo que acercándola a su esfera de influencia podría reducir el riesgo”.

India contempla dentro de sus intereses estratégicos a corto plazo el acceso a los recursos energéticos, el control sobre el Océano Indico, el conflicto por la región de Cachemira y la contención de China para llegar a convertirse en actor hegemónico de Asia meridional. India ha obtenido sus logros de forma independiente y seguirá haciéndolo sin llegar a comprometerse de una u otra forma con EEUU o China.

Estados Unidos vs. Medio Oriente

El término de la Guerra Fría y la desaparición de la Unión Soviética condujeron a una cuarta era en la historia de Oriente Medio, durante la cual Estados Unidos disfrutó de influencia y libertad de acción sin precedentes. Los rasgos predominantes de esta era estadounidense fueron la liberación de Kuwait dirigida por Estados Unidos, la prolongada permanencia de fuerzas terrestres y aéreas estadounidenses en la Península Arábica y un interés diplomático activo en tratar de resolver el conflicto árabe-israelí de una vez por todas (que culminó en el esfuerzo intenso pero al cabo infructuoso de la administración Clinton en Camp David) .

Según Haass, esta era de conflictos en Oriente Medio que tuvo una duración de dos décadas, demostró nuevamente el fracaso de la política exterior de EEUU en la región. El motivo más importante fue la decisión del gobierno de Bush de atacar a Irak en 2003 y la conducción de las operaciones y la ocupación resultante. Una de las pérdidas de la guerra ha sido un Irak dominado por los sunitas, que adquirió las fuerzas y motivaciones suficientes para establecer un equilibrio con el Irán chiíta. Las tensiones entre sunitas y chiítas, latentes por un tiempo, han salido a la superficie en Irak y en toda la región. Los terroristas se han hecho de una base en Irak y creado un nuevo conjunto de técnicas para exportar.

El mantener ahí una enorme porción de las fuerzas armadas estadounidenses ha reducido el marco de influencia de Estados Unidos en el resto del mundo. Otro factor que ha contribuido a terminar la era estadounidense ha sido la incompetencia de los regímenes árabes tradicionales para contrarrestar el llamado del islamismo radical.

La política exterior de Estados Unidos sobre Medio Oriente, se plantea en una visión posterior a los atentados del 11 de septiembre, donde se empieza discutir si la democracia y la libertad pueden llegar a crecer y perdurar en todo el mundo; como se puede ver, este es un tema que hoy se discute a nivel global, ya que es un reto para EE.UU. y para Europa cuyo objetivo es buscar la estabilidad política y económica en esta región.

El interés de EE.UU. en esta región radica principalmente en convertir a Oriente Medio en una región democrática por medio de la instauración de principios como la libertad, la justicia, la democracia y la expansión de economías de mercado con el objetivo de mantener estable el abastecimiento de recursos energéticos y la seguridad en la región.

Pero de otro lado, una segunda área de relevancia es la presencia de Israel como su principal aliado en una zona hostil y resistente hacia los valores generalizadores de occidente, en el sentido de poder luchar contra la amenaza más grande que es el terrorismo islámico, creando condiciones bastante adversas para cualquier tipo de relación sabiendo que en esta región persisten intereses por las amplias reservas de recursos energéticos que existen en toda la zona. Por esta razón, a tres Estados se les otorga importancia especial en el diseño de políticas que Estados Unidos ejerce en Oriente Medio actualmente: Israel, Irak e Irán.

Además, la llegada de Hamas al poder presenta un panorama preocupante para Israel y por consiguiente para los Estados Unidos. La toma de poder de forma electoral por un grupo claramente adverso a Estados Unidos y con conexiones terroristas implicaría un cambio en las acciones que Estados Unidos venía promoviendo para la resolución del conflicto en Palestina. “Si bien reconocemos y respetamos plenamente el proceso político que llevó a Hamas al poder, tenemos preocupaciones serias y persistentes al respecto. Cualquier gobierno palestino que aliente o tolere el terrorismo contra personas inocentes no sólo aumenta la violencia contra los israelíes sino que causa enorme daño a los intereses del pueblo palestino y asegura su aislamiento adicional. Estados Unidos no mantendrá contacto con semejante gobierno y colaboramos con muchos otros en la región y en el mundo para exigirle que abandone su apoyo al terrorismo, que reconozca el derecho de Israel a existir y que respete los acuerdos anteriores” .

Por tal motivo, el principal reto para Estados Unidos actualmente es asumir la guerra contra el terrorismo, comprender el propio concepto de terrorismo y formular una política clara y eficaz para enfrentar tanto una amenaza inmediata de violencia terrorista como las raíces de este fenómeno. De este modo, Irán presenta un panorama conflictivo debido al constante desafío planteado por el uso de energía atómica para la presunta construcción de armas. Igualmente se acusa al régimen de Teherán de apoyar la violencia y el terrorismo en Irak, el Líbano y otros países del área. Además sigue proporcionando extenso financiamiento, entrenamiento y armas al Hezbollah libanés y a grupos terroristas palestinos bajo un esquema poco democrático y sin ninguna posibilidad para la oposición.

En oriente medio, Irak se proyectaba como el punto de partida para configurar una zona mas propicia para el flujo libre de recursos con un gobierno más favorable para Estados Unidos, y así sucesivamente se propagara por los demás Estados de la región. “Los objetivos que Washington deseaba conseguir con la invasión y ocupación de Irak son ahora posibilidades desvanecidas: una economía de libre mercado, un gobierno democrático modélico, relaciones amistosas con Estados Unidos y la galvanización de las fuerzas democráticas y modernizadoras en la región, además de mayor seguridad para Israel. No se ha logrado controlar la producción de petróleo iraquí, ni convertir a Irak en punto de partida para la reconfiguración del orden político en Oriente Medio o para lanzar ataques contra Siria, Irán o incluso Líbano” .

De igual manera, el papel que Estados Unidos esta desempeñando en esta región hace hincapié en fortalecer las acciones antiterroristas y ayudar conjuntamente a otros Estados a mejorar dicha capacidad, ya que este tipo de cooperación se extiende al intercambio de información e inteligencia, el desmantelamiento de células terroristas, la interceptación de acciones logísticas terroristas y las actividades contra el lavado de dinero.

Por lo tanto, se debe reconocer que en esta región EE.UU. está participando junto con Europa y la OTAN, con el fin de lograr una transformación para Afganistán que se encuentra bajo la presión terrorista de Al Qaeda; aun así, el apoyo de tropas por parte de la OTAN ha llevado seguridad y posibilidad de desarrollo a la población que ha sido víctima de este fenómeno, razones por las cuales la OTAN está siendo transformada para prepararse al enfrentamiento de los nuevos desafíos del sistema internacional como es el terrorismo.

No obstante, uno de los peligros más preocupantes que enfrenta Estados Unidos en esta región es sin lugar a duda la proliferación de armas de destrucción masiva e incluso los países acreedores de estas, sin embargo, bajo la iniciativa de Seguridad contra la proliferación, EE.UU. se ha sumado con otros países para establecer acuerdos acerca de la intercepción de transferencia de armas de destrucción masiva, sus sistemas de ataque y materiales relacionados.

La globalización ha cambiado la región. Hoy es menos difícil que los radicales adquieran financiamiento, armas, ideas y reclutas. El crecimiento de los nuevos medios, y sobre todo de la televisión satelital, ha convertido al mundo árabe en una "aldea regional" y la ha politizado. Como resultado, los gobiernos de Medio Oriente enfrentan ahora más dificultades en colaborar abiertamente con Estados Unidos, y así la influencia estadounidense en la región ha disminuido.

Estados Unidos enfrentará cada vez más el reto de las políticas exteriores de otros agentes externos. La Unión Europea será de poca ayuda en Irak y es probable que adopte un enfoque distinto en torno al problema palestino. China se resistirá a presionar a Irán y tratará de asegurar la disponibilidad de abastos energéticos. Rusia, además, se opondrá a sancionar a Irán y buscará oportunidades para demostrar su independencia respecto de Estados Unidos. Tanto China como Rusia (así como muchos estados europeos) se distanciarán de los intentos estadounidenses de promover la reforma política en estados no democráticos en Medio Oriente .

El Islam cada vez más llenará el vacío político e intelectual en el mundo árabe y constituirá un fundamento para la política de una mayoría de habitantes de la región. El nacionalismo árabe y el socialismo árabe son cosas del pasado, y la democracia pertenece a un futuro distante, en el mejor de los casos. La influencia de Irán y grupos asociados con él se ha fortalecido, y los esfuerzos por mejorar los lazos entre los gobiernos árabes e Israel y Estados Unidos se han complicado. Por su parte las tensiones entre sunitas y chiítas crecen en todo Medio Oriente, causando problemas en países con sociedades divididas, como Bahrein, Líbano y Arabia Saudita.

Otro aspecto importante de resaltar en la geopolítica de Oriente Medio es la contextualización del conflicto trascaucásico ya que, se ha permitido un acercamiento de los países caucásicos y del Asia central con Israel por ser un país poderoso aliado de EEUU que brinda cooperación en materia de inversión extranjera y contención contra el fundamentalismo islámico, la influencia iraní y las repúblicas musulmanas de la ex URSS.

EEUU tiene un interés directo en diversificar y aumentar los suministros energéticos en el ámbito mundial y en la promoción de un rápido desarrollo de las fuentes energéticas del Caspio para reforzar la seguridad energética occidental. Para ello es fundamental la independencia y estabilidad de las repúblicas centro asiáticas y caucásicas.

Esto produjo un giro hacia una política de cooperación en seguridad y defensa con estos regímenes incluyendo ayuda militar, adiestramiento e intensificación de los ejercicios conjuntos a través del programa de Asociación para la Paz de la OTAN y con la creación del (GUUAM) organización de países conformada por Georgia, Ucrania, Uzbekistán, Azerbaiján y Moldavia .

Estos cinco estados se resisten a un mayor fortalecimiento de la CEI (Comunidad de Estados Independientes), ya que ven dicha organización como un instrumento de influenza rusa sobre estas repúblicas, ya que en cada uno de estos países existen grupos o movimientos separatistas que son apoyados directa o indirectamente por Rusia en el pasado. Por ello buscan ampliar sus contactos internacionales sobre todo en temas de seguridad por lo que son propensos a alinearse con mecanismos occidentales como la OTAN .

Se hace evidente el contraste entre la teoría y la práctica en cuanto al accionar de Estados Unidos frente a las dinámicas propias de África, Asia en general y Medio Oriente. Si bien, se plantea la necesidad de la democratización y la liberalización de los mercados a fin de estabilizar regiones conflictivas, lograr la paz global, crear alianzas con potencias regionales y con proyección mundial que propicie el bienestar económico en todo el mundo, todas estas acciones muestran el interés que tiene EEUU en el trasfondo.

Pero así mismo, las acciones han demostrado en Estados Unidos el ansioso interés por asegurar el flujo de los recursos energéticos presentes en las regiones más conflictivas del planeta, ya que su objetivo es permanecer como potencia económica de alcance global, por medio de los acuerdos con las instituciones de integración regional y las alianzas con los Estados más importantes de la zona como lo son Japón y China, además, crear centros específicos que propaguen el ideario occidental en vecindarios ampliamente desfavorables como los ubicados en África, Asia y Medio Oriente.

Estados Unidos vs. África

La política exterior de Estados Unidos en el continente africano se concentra principalmente en los esfuerzos humanitarios y de bienestar, donde principalmente priman los temas de apoyar la propagación de la libertad política en todo el continente, ampliar el crecimiento y las oportunidades económicas, afrontar el desafío extraordinario que plantea la pandemia del VIH/SIDA y reforzar las iniciativas africanas que intentan poner fin a los conflictos y combatir el terrorismo.

En cuanto al apoyo a la propagación de la libertad política en África, “Estados Unidos respalda las instituciones fundamentales de la democracia, a saber: una prensa libre, un poder judicial independiente, un sistema financiero firme y partidos políticos activos” . Sin embargo, uno de los problemas que más enfrenta África es el sabotaje en los temas electorales, en donde se concentra el punto inicial de los conflictos, por este motivo, Estados Unidos establece como prioridad la consolidación de una buena infraestructura electoral en el que se respete el derecho al voto y a la opinión. Es importante tener en cuenta que este punto es complicado en la agenda de EE.UU. ya que África es un continente en el que la población tiene poca cultura y en donde existe un fuerte choque frente a las decisiones que se tomen, por esa razón la labor de EE.UU se centra en dos aspectos primordiales que son:

“Primero, aumentar la capacidad de las comisiones electorales independientes de cada país para llevar a cabo elecciones libres, imparciales y transparentes que generen confianza pública, segundo alentar a todos los candidatos y partidos políticos a que se ganen el voto mediante su atención a la entrega de servicios y al debate político. La colaboración con grupos de la sociedad civil y la defensa de la libertad de prensa son tareas que seguirán teniendo mucha importancia en los esfuerzos para promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales” .

La ampliación de las oportunidades económicas y el crecimiento, hace referencia a que África es un continente que tiene un alto índice de pobreza, motivo que incentiva a EE.UU. a apoyar a los empresarios con el fin de brindarles un mejor bienestar, sin embargo, se puede decir que todas estas ayudas que EE.UU. plantea en su política exterior tienen un trasfondo político para los intereses particulares de éste, ya que un importante acceso al mercado de dicho continente es precisamente la ratificación que EE.UU. hizo sobre la ley sobre crecimiento y oportunidad en África que da preferencia comercial y entrada libre de aranceles a sus productos provenientes de países subsaharianos que han introducido reformas orientadas al mercado, no obstante, se debe tener en cuenta que uno de los mayores esfuerzos que EE.UU. ha hecho sobre África ha sido el de convencer al Banco Mundial para que recapacite sobre la situación que estos países están viviendo, con el fin de transformar el endeudamiento externo en donaciones y así poder ayudar a toda esta región a progresar.

En cuanto a la lucha contra el VIH/SIDA, se puede resaltar la iniciativa que el presidente Bush tuvo al crear el Plan de Emergencia para el Alivio del VIH/SIDA (PEPFAR) con el objetivo de combatir esta grave enfermedad, es así, como la asistencia prestada por EE.UU. en la actualidad se sitúa en 15.000 millones de dólares para un periodo de cinco años, en donde se pretende cubrir no la asistencia medica sino la infraestructura de los centros de salud. Por ultimo cabe mencionar la lucha contra el terrorismo y la violencia, donde se ha podido ver el progreso de trabajar en colaboración con los principales mediadores africanos y multilateralmente con la Unión Africana, las Naciones Unidas y las organizaciones subregionales como la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS).

Debido en gran parte a esta alianza se puede ver como, “la presidenta de Liberia Ellen Johnson – Sirleaf se ha convertido en la primera mujer presidenta de un país africano. Ocupa el lugar del ex presidente de Liberia Charles Taylor, uno de los peores dictadores que ha producido el continente y que ahora se encuentra en La Haya donde deberá responder ante el Tribunal Especial para Sierra Leona por crímenes de guerra” .

Como vemos, la situación en el continente africano radica principalmente en el problema de la violencia, generada por la mala calidad de vida de las personas y por los malos gobiernos que se han mantenido auspiciados por la corrupción electoral; de esta manera, se puede hacer referencia al papel que jugó EE.UU. en la intervención de Somalia durante el fin de la Guerra Fría, que marcó un hito histórico durante la década de los noventas.

En el aspecto geopolítico, al finalizar la Guerra Fría, África perdió el apoyo que recibía de EEUU y la ex URSS quedando aislada del contexto internacional y envuelta en sin número de conflictos internos que trágicamente desangró y desestabilizó el continente durante muchos años y que actualmente no han terminado.

La región del Cuerno de África es una de las más convulsionadas e inestables del continente, producto de la combinación de variables como el proceso de colonización europea, la rivalidad entre las dos superpotencias por su ubicación estratégica durante la Guerra Fría y la actual crisis política, étnica y religiosa que sufre la región.

El impacto del terrorismo en Somalia afecta a la comunidad internacional en la medida en que desestabiliza la región africana y pone en peligro importantes rutas comerciales, en efecto; si bien el ingreso del terrorismo islámico por esta región ha incrementado la proliferación de tráfico de armas y drogas que provienen de Oriente Medio y el Sudeste asiático, también ha repercutido en el impacto del conflicto étnico y religioso que mantiene azotado a Somalia, creando cada vez una brecha islámico-política entre la región y EEUU.

La operación en Somalia se basó en una necesaria intervención humanitaria para resolver la crisis del conflicto interno, la administración estadounidense, con el respaldo de la ONU, envió un contingente de 25.000 soldados a este país del cuerno de África, para misiones de mantenimiento de la paz en el proceso de reconciliación nacional. Pero el asesinato de treinta soldados en Somalia marcó un punto de inflexión en la política estadounidense de intervención, donde a partir de este momento la administración Bush ordenó la vuelta a casa de dichas tropas.

Estos factores llevaron al distanciamiento de los asuntos africanos para el diseño de las políticas exteriores de Estados unidos hasta el 2001, cuando, bajo los esquemas de la guerra contra el terrorismo internacional y la búsqueda de la estabilidad mundial ponen de nuevo en el plano internacional los conflictos africanos. “Tenemos que tender la mano para contrarrestar la desesperación que sustenta la ideología extremista.

Al encarar las amenazas más serias del terrorismo y de la proliferación de armas de destrucción masiva que se ciernen sobre Estados Unidos, contamos con socios dispuestos y sistemas listos para ayudarnos en África. La pobreza extrema de África no ha proporcionado terreno fértil de reclutamiento para las ideologías extremistas” .

Sin embargo, el real interés que África constituye para Estados Unidos está desarrollado bajo el esquema de la seguridad energética, y lograr el aseguramiento de los flujos de petróleo y gas provenientes principalmente del golfo de Guinea, y ganar la competencia que se viene desarrollando con China para la explotación de estos recursos energéticos. La llegada de la Administración Bush llevó a cabo una revisión de la política energética, que en mayo de 2001 se convertiría en el National Energy Policy. Se planteaba así la diversificación de las fuentes de abastecimiento de EE.UU., evitando la excesiva dependencia de un número pequeño de fuentes, en algunos casos inestables.


“De acuerdo con los análisis del National Intelligence Council se espera que las importaciones de EE.UU. desde la zona aumentarán desde el Golfo de Guinea, (incluyendo Nigeria, Gabón, Sao Tomé, Guinea Ecuatorial y Angola), desde el 15% actual sobre todas las importaciones de petróleo de EEUU hasta un 25%-35% hacia el 2025, siendo además un petróleo de mejor calidad y de más fácil extracción y protección –ya que la mayoría de las prospecciones están en la costa o submarinas–. Pero la importancia estratégica de la zona en gas será casi mayor para EEUU., la demanda de gas natural será un 50% mayor en 2020 y el abastecimiento tradicional de EE.UU. solo podría cubrir en ese momento el 75% de la demanda. En este sentido, por ejemplo, Chevron ha invertido en Nigeria 5.000 millones de dólares (20.000 millones con otros socios) para conseguir el 15% de las reservas del país” .

Para China, la competencia por los recursos energéticos en África es también una prioridad en su agenda de política exterior, ya que en el caso del cuerno de África, la relación de China con Sudán cada vez es más intensa en cuanto a la explotación de crudo y para muchos analistas la presencia de China en este país puede contribuir a la posibilidad de resolución del conflicto étnico en Darfur.

En el actual sistema internacional África ofrece a las nuevas potencias económicas una gran oportunidad de abastecimiento de recursos energéticos, permitiendo que haya interacción económica, inversión extranjera y beneficios mutuos. Así mismo, se debe tener en cuenta que esto es una gran oportunidad para África en el sentido de poder mejorar sus condiciones de desarrollo en cuanto a la educación, nivel de salud y calidad de vida de los habitantes, puesto que esto es un continente en vía de desarrollo que necesita ayuda tanto de países desarrollados como de organizaciones internacionales.

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