4 de junio de 2008

EL NUEVO ORDEN MUNDIAL


Mónica Gómez Silva

Introducción

En el transcurso de los siglos XX-XXI, el mundo ha sufrido y soportado una gran variedad de transformaciones tanto políticas, sociales, ambientales, religiosas y económicas. No obstante, lo anterior se debe a que el mundo necesita surgir por medio de cambios ya sean bruscos o perceptivos para poder continuar su proceso de evolución. Pero este surgimiento necesita de un control hegemónico absoluto que se esta haciendo notar cada vez más por el Oeste especialmente desde finales de los noventa por países como; China, India, e Irán algo que de una u otra manera hace notar el deseo de una nueva configuración de orden mundial.

Por ende, en esta nueva alineación mundial se percibe que el poder hegemónico e influencia actual de Estados Unidos esta en un proceso de debilitamiento en todas las esferas, sabiendo que, desde su posesión como poder hegemónico siempre ha tenido el respaldo y apoyo de regímenes internacionales que han promovido la liberalización comercial, los mercados de capital abierto, llevando así; una seguridad democrática prácticamente mundial, pero que al fin y al cabo no esta haciendo mucho efecto; puesto que, en el oeste sus competidores están aprovechando aún más su poder progresivo por medio del control de las industrias energéticas y nucleares. Es pertinente aclarar, que este control sobre recursos energéticos en el continente asiático, ha sido el paso para acrecentar la influencia global de aquellas potencias y también aliados de estos, que son ricos en recursos energéticos principalmente como el petróleo y gas natural, incluso el precio de estos productos en los últimos años a crecido de una forma brutal, e igualmente su crecimiento económico.

Por consiguiente, es relevante analizar la situación del nuevo orden mundial desde el punto de vista de la política exterior de Estados Unidos en regiones como la del África, Medio Oriente y Asia, y cómo ha desarrollado y afrontado su política con el nuevo surgimiento de nuevos actores como China, India e Irán?

Política exterior de Estados Unidos frente al África.

Inicialmente debo resaltar que, el continente Africano se ha caracterizado ante la comunidad internacional por su gran explotación del petróleo y gas natural por las grandes potencias; pero que también se caracteriza por factores que traducen en el clima de extraordinaria inseguridad en el que vive la población como: su alta demografía, sus contantes conflictos étnicos como los de Etiopía o Ruanda, a sus grandes tasas de mortalidad infantil, la escases de alimentos especialmente como el agua potable, las migraciones ilegales y los altos índices de enfermedades mortales como el SIDA. La mayoría de países africanos que sufre esta gran variedad de factores y que están al borde del colapso, se convierten en la principal fuente de violencia política y de inseguridad, esencialmente en el contexto de las luchas por el poder del aparato estatal.

No obstante, a finales de la guerra fría gran parte del apoyo previamente extendido por las dos superpotencias desde ese entonces, a los gobiernos y grupos rebeldes aliados en el tercer mundo despareció, y posteriormente este continente pareció perder importancia estratégica, pero después de algunos años, volvió a renacer esta gran importancia debido a los grandes descubrimientos de reservas del petróleo, y a los constantes conflictos internos que sufre este continente, poco tiempo después se da por medio de la ONU la formación de las operaciones de Paz especialmente en este continente, mejor llamadas peacekeeping por medio de los cascos azules, puesto que pretendían dar una mejor seguridad y estabilidad en África.

Desde 1989 se han llevado a cabo 19 operaciones de Paz en el África, algunas de ellas fracasadas, pero que de una u otra forma, han intervenido en la mayoría de los países africanos. Por consiguiente, se puede interpretar que la nueva dimensión de los cascos azules es una nueva situación de ventaja para Estados Unidos como poder hegemónico, ya que este país, ha sabido aprovechar la coyuntura para legitimar sus acciones y sus intereses como lo fue a principios del 2000, “6000 soldados de siete países africanos empezaron a recibir equipo y entrenamiento militar” . Además porque, el colapso de numerosos regímenes autoritarios, ha incrementado los riesgos de crisis humanitarias severas, con el aumento de las presiones de la opinión publica para llevar a cabo más intervenciones externas principalmente por Estados Unidos.

Esencialmente, la política exterior estadounidense frente al África se ha enfocado en un variedad de factores tales como: apoyar la propagación de la libertad política en todo el continente, ampliar el crecimiento y las oportunidades económicas, afrontar el desafío extraordinario que plantea la pandemia del VIH/SIDA y reforzar las iniciativas africanas que intentan poner fin a los conflictos y combatir el terrorismo.

En la actualidad la democracia se propaga por África. En los últimos cuatro años se han celebrado más de 50 comicios. La expansión económica en el continente ha ido en aumento en los últimos ocho años y 20 países han registrado crecimiento económico en los últimos cinco años.

En los últimos seis años han concluido seis guerras, en Angola, Burundi, Liberia, la República Democrática del Congo, Sierra Leona y el conflicto civil librado durante 22 años entre el norte y el sur de Sudán. Los africanos están tomando el control de su destino colectivo a través de instituciones como la Unión Africana y el programa Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD), que contribuye a la promoción del buen gobierno y a la creación de vínculos de amistad entre los países. La Oficina de Asuntos Africanos del Departamento de Estado aprovecha estos cambios históricos para participar y ayudar en la creación de instituciones que sustenten el progreso durante generaciones. Estados Unidos ha iniciando una era de alianzas con África.

Estados Unidos ha respaldado las instituciones fundamentales de la democracia, a saber: una prensa libre, un poder judicial independiente, un sistema financiero firme y partidos políticos activos.

La labor estadounidense se ha centrado en dos aspectos: en primera instancia es aumento de la capacidad de las comisiones electorales independientes de cada país para llevar a cabo elecciones libres, imparciales y transparentes que generen confianza pública, y en segunda instancia el aliento a todos los candidatos y partidos políticos a que se ganen el voto mediante su atención a la entrega de servicios y al debate político.

Política exterior de Estados Unidos frente al Medio Oriente

Desde hace mucho tiempo Estados Unidos no se enfrenta a la posibilidad de un fracaso en política exterior en Oriente Medio de las proporciones a las que potencialmente se enfrenta hoy en día. “La causa del anterior fracaso fue la caída del Sha de Irán, derrocado por la autoproclamada Revolución Islámica en 1979”.

En ese entonces, la estrategia estadounidense estaba profundamente comprometida en el Irán del Sha . Posteriormente, quizá incluso hasta la actualidad, la estrategia estadounidense en Oriente Medio ha venido respondiendo al reto planteado por la República Islámica de Irán, el régimen que sucedió al régimen de los Pahlevi.

En particular, la decisión estadounidense de invadir Irak en 2003 y derrocar el régimen baazista fue un acontecimiento decisivo, posiblemente de la misma trascendencia que la revolución iraní. Es muy probable que el legado histórico de la Administración del presidente George W. Bush dependa de que Estados Unidos consiga imponer el orden en el devastado Irak y frenar las consecuencias geopolíticas derivadas en su mayor parte de la invasión anglo-estadounidense de 2003 y el período inmediatamente posterior.

La Administración Bush ha insistido en proyectar una imagen optimista de la situación en Irak hasta bien avanzado 2006. En noviembre de 2005, dos años y medio después de que Estados Unidos y el Reino Unido invadieran Irak y derrocaran el régimen baazista de Sadam Husein, la Administración Bush ofreció su plan para una “Victoria en Irak”.

El plan, desvelado en un momento de crecientes dudas sobre las políticas relativas a Irak, preveía un avance progresivo hacia la creación de un Estado modelo en Oriente Medio, tal y como se describe a continuación:

A corto plazo: Irak progresa de forma constante por lo que respecta a la lucha contra los terroristas, la consecución de hitos políticos, la creación de instituciones democráticas y el desarrollo de sus fuerzas de seguridad.

A medio plazo: Irak lleva la iniciativa en la lucha contra el terrorismo y mantener su propia seguridad, con un Gobierno plenamente constitucional en funcionamiento y en vías de pleno desarrollo de su potencial económico.

A largo plazo: Irak disfruta de paz, unidad, estabilidad y seguridad, está bien integrado en la comunidad internacional y es socio de pleno derecho en la lucha global mundial contra el terrorismo .

Pero infortunadamente, Irak no está siguiendo el camino previsto en “Victoria en Irak” además, el Gobierno iraquí está decidido a mantener unas relaciones con Irán bastante más amigables de lo que a Estados Unidos le gustaría. Los kurdos, que disfrutan de una gran autonomía en el norte de Irak, siguen mostrándose formalmente comprometidos con un Irak unificado pero, de dárseles la opción de elegir entre el caos iraquí y un Kurdistán independiente, no hay demasiadas dudas de cuál sería la preferencia popular.
Es importante señalar, que la policía iraquí está en gran parte bajo la influencia de las milicias chiíes y se sabe que han participado intensamente en asesinatos políticos, secuestros y masacres de suníes.

Sólo el ejército, que representa aproximadamente un tercio de todas las fuerzas de seguridad, se recluta con un criterio de varias sectas. Aunque se ha avanzado en su adiestramiento y equipamiento, prácticamente todas las unidades siguen dependiendo enormemente de la ayuda de las fuerzas armadas estadounidenses.

El primer ministro, Nuri Al Maliki, se ha comprometido a hacer que la reconciliación política entre los musulmanes chiíes y suníes y la población kurda sea una de las principales prioridades de su Gobierno, pero hasta hora, no se han producido resultados significativos. De hecho, podría decirse que las diferencias entre chiíes y suníes han aumentado, dando lugar a la proliferación de la violencia sectaria. La delincuencia está generalizada y muchos iraquíes siguen siendo vulnerables a los secuestros, los robos de coches con violencia, los allanamientos con robo y la violencia gratuita.

En el actual Irak, Estados Unidos y sus cada vez más aliados de armas como; el Reino Unido, Australia y Corea del Sur solo aportan una cifra igual o superior a los mil soldados se enfrentan a problemas como la insurgencia, un alto nivel de criminalidad, una guerra civil de carácter sectario y una violencia incendiada por el grupo terrorista de al-Qaeda.

La violencia sectaria entre chiíes y suníes ha aumentado a un ritmo desenfrenado, cobrando un gran cantidad de victimas. En respuesta a esa violencia sectaria, los iraquíes se han refugiado en países vecinos como Jordania, Siria e Irán.

Con respecto al informe del Grupo de Estudio sobre Irak (ISG por sus siglas en inglés) . Aunque el informe no emplea la palabra “fracaso”, resulta imposible leerlo sin llegar a la conclusión de que Estados Unidos estaba fracasando en prácticamente todos sus objetivos en Irak.
Este grupo ofreció varias recomendaciones, que pueden resumirse de la siguiente manera:

1. Estados Unidos debe lanzar una nueva iniciativa diplomática para tratar de lograr un diálogo eficaz con todos los vecinos de Irak, incluidos Siria e Irán, y obtener su ayuda.

2. Aunque debe mantenerse la presión multilateral para detener los aparentes intentos iraníes de desarrollar capacidad para crear armas nucleares, es viable un diálogo con este país con respecto a Irak.

3. Reconociendo que el conflicto árabe-israelí es un elemento clave de la política regional, el Grupo de Estudio sobre Irak recomendó que se renovaran los esfuerzos por avanzar hacia la consecución de acuerdos pacíficos entre Israel y sus vecinos Siria y Líbano y que se materializara el objetivo declarado del presidente de lograr una solución biestatal para resolver las legítimas reivindicaciones tanto de israelíes como de palestinos. Al hacer esta recomendación, el Grupo invirtió la lógica defendida por la Administración Bush al invadir Irak, que dio por supuesto que un éxito estratégico en Irak facilitaría una solución al conflicto árabe-israelí, puesto que los árabes beligerantes se mostrarían más dispuestos a alcanzar un acuerdo. El Grupo defendió, a la inversa, que una iniciativa seria para resolver las diferencias entre árabes e israelíes facilitaría la cooperación árabe en Irak y reduciría también la creciente animadversión pública hacia Estados Unidos existente no sólo en el mundo árabe sino también en el mundo musulmán en general.

Aunque el Grupo no aprobó un calendario concreto, instó a que se acelerara el reemplazo de tropas estadounidenses por tropas iraquíes, a que se “integraran” más tropas estadounidenses en las unidades iraquíes para acelerar su adiestramiento y aumentar su eficacia operacional y a que Estados Unidos otorgara especial importancia al proceso de reconciliación. Sin mencionar cifras concretas, en el informe se prevé una reducción significativa de las tropas de combate estadounidenses para la primavera de 2008, si bien también se indica que quizá sea necesario incrementar los efectivos militares por un breve espacio de tiempo para conseguir poner en práctica las recomendaciones.

La Administración Bush repelió el informe y rechazó enérgicamente la idea de que Estados Unidos debería llevar a cabo una retirada planificada de Irak. O en otras palabras, Bush rechazó la idea de que había fracasado en Irak.

La administración de Bush, decidido conservar la posibilidad de una “victoria” en Irak. Entonces optó por una decisión que fue recibida con gran suspicacia hasta en el Pentágono y durante las deliberaciones del Grupo de Estudio sobre Irak, a saber, enviar una nueva “oleada” de tropas a Bagdad y la provincia de al-Anbar, donde se producen dos tercios de los actos de violencia en Irak.

Al mismo tiempo, la Administración Bush y su cada vez menor grupo de partidarios desdeñaron también la sugerencia del Grupo de que debía implicarse diplomáticamente a Siria e Irán para tratar de entablar un diálogo estratégico en torno a Irak. De hecho, se ha podido documentar que Estados Unidos presionó a Israel para que pusiera fin al diálogo diplomático que había estado manteniendo en secreto con Siria desde 2004.

Pero infortunadamente, las perspectivas de que Estados Unidos alcance una victoria en Irak son escasas. Es más, el ejército estadounidense se encuentra prácticamente roto. En otras palabras, aun en caso de que el clima político estadounidense respaldase un amplio aumento de las tropas desplegadas en Irak, sencillamente hay pocas tropas adicionales disponibles después del nuevo incremento de 21.500 soldados. De hecho, el ejército está teniendo problemas para conseguir ese número de soldados. Inevitablemente, este hecho no sólo limita las posibilidades de éxito en Irak, sino que además reduce también las opciones estadounidenses con respecto a Irán.

La globalización ha cambiado la región. Hoy es menos difícil que los radicales adquieran financiamiento, armas, ideas y reclutas. El crecimiento de los nuevos medios, y sobre todo de la televisión satelital, ha convertido al mundo árabe en una aldea regional y la ha politizado. Buena parte del contenido exhibido escenas de violencia y destrucción en Irak, imágenes de prisioneros iraquíes y musulmanes maltratados que sufren en Gaza, Cisjordania y ahora Líbano -- ha hecho que mucha gente de Medio Oriente se aparte más de Estados Unidos. Como resultado, los gobiernos de Medio Oriente enfrentan ahora más dificultades en colaborar abiertamente con Estados Unidos, y así la influencia estadounidense en la región ha disminuido.

En si, la política exterior estadounidense ha buscado la estabilidad, pero en lugar de ello el autoritarismo y la disfuncionalidad han calentado una ideología hostil y antidemocrática que trajo más inestabilidad al mundo. Sus intereses a largo plazo en esta región del mundo dependen del avance de la libertad y la justicia, y de la expansión de economías de mercado que funcionen bien en toda la región.

Europa y Estados Unidos comparten una visión de un Oriente Medio democrático. Juntos han lanzado iniciativas para fortalecer a los reformistas en esa región. Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas están comprometidos a encontrar una solución biestatal al conflicto israelí-palestino. Han presionando a la dirigencia palestina a que actúe decisivamente contra el terrorismo, reconozca el derecho de Israel a existir, cumpla sus compromisos internacionales y crea una democracia practicante fundada en la tolerancia y la libertad. Alientan a Israel a hacer su parte para ayudar a los palestinos a establecer un estado arraigado en la democracia y el imperio de la ley, que viva en paz con Israel.

Estados Unidos ha colaborado de cerca con el grupo “EU-3” para convencer al régimen iraní de que coopere con la comunidad internacional y que abandone sus esfuerzos para desarrollar armas nucleares.

Europa y Estados Unidos apoyan al nuevo gobierno de Iraq elegido democráticamente y sus esfuerzos por llevar seguridad, prosperidad y una democracia duradera al pueblo iraquí.

Con respecto a Afganistán

El objetivo estadounidense en el conflicto de Afganistán fue inicialmente la eliminación de Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda, no el derrocamiento del régimen de los talibanes, que le había dado refugio.

Lo que inicialmente entendió el mundo que debía ser una represalia ejemplar se ha transformado en un conflicto que desde finales de 2006, con la extensión de las operaciones de la OTAN por el sur y este del país, pone a prueba la credibilidad de la alianza atlántica.

No parece probable que la historia vaya a juzgar amablemente las intervenciones militares en Afganistán a Irak. Los éxitos iniciales de estas dos acciones bélicas, que en cuestión de unas semanas provocaron sendos cambios de régimen se han renovado, en los últimos tiempos. Y las ideas neoconservadoras que las patrocinaron han sido desacreditadas. En Afganistán, la Administración de Bush desencadenó la guerra con un impulso unilateralista, rechazando la ayuda que le ofreció la OTAN.

La agresión del 11 de septiembre representó para la Administración Bush la oportunidad de poner en práctica una gran estrategia para transformar el mundo de la posguerra fría, incluido Medio Oriente, donde Washington decidió actuar con el convencimiento de que tenía la influencia suficiente para extirpar las raíces del terrorismo islámico y transformar democráticamente países como Afganistán e Irak.
De otro modo, el hundimiento del transatlántico Lusitania, “provocado por un submarino alemán el 7 de mayo de 1915, que costó la vida a 1.200 personas, entre ellas 129 estadounidenses. Segundo, el ataque japonés contra Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, que mató a 2.043 estadounidenses. Y, finalmente, el 11 de septiembre del 2001, cuando los atentados en Nueva York, Washington y Pensilvania segaron 2.986 vidas, la mayoría estadounidenses”, y dieron paso a las guerras de Afganistán y de Irak. El hundimiento del Lusitania y el ataque contra Pearl Harbor fueron decisivos para que los estadounidenses resolvieran en dos épocas distintas el dilema de cómo debían protegerse mejor. Estos precedentes ayudan a explicar que el 7 de octubre de 2001, estadounidenses y británicos respondieran militarmente desde el cielo afgano, y con la bendición de la Organización de las Naciones Unidas, a la agresión del 11 de septiembre. Fue el primer gran conflicto del siglo XXI y el principio de un cambio en el pensamiento estratégico de Estados Unidos.

Cuando el periodista John O’Sullivan recalcó en 1839 la expresión Destino Manifiesto, Roosevelt llevó a Estados Unidos, a base de idealismo wilsoniano y pragmatismo, hacia un compromiso internacional permanente como mejor manera de defender el interés nacional. La Administración Roosevelt entró en la Segunda Guerra Mundial imbuida de una filosofía global que provocó un debate no muy distinto al desatado después del 11 de septiembre entre neoconservadores y realistas.
Por ende desde el impacto de los atentados del 11 de septiembre. La administración Bush, intervino militarmente de manera unilateral, sin aceptar la ayuda ofrecida por sus socios de la OTAN.

La Administración Bush tuvo la suerte de que un país como Afganistán se declarara solidario de la red terrorista Al Qaeda, responsable del 11 de septiembre, porque esto hizo posible que su respuesta fuera convencional: una guerra entre Estados.

Pero, desde agosto de 2003, la OTAN, cuya ayuda solicitó Washington después de derrocar al régimen talibán, tiene el mando de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF), que agrupa a un total de 36 países, incluidos los que no son miembros de la alianza atlántica.

“Esta fuerza internacional controla todo Afganistán desde octubre de 2006, cuando extendió su misión por las provincias del sur y este, donde la guerrilla talibán es más activa, hasta la frontera con la provincia pakistaní de Waziristán, las tropas de la ISAF estacionadas en Afganistán suman, desde principios de 2007, 39.000 soldados, incluidos 12.000 de los 20.000 estadounidenses que fueron desplegados en la Operación Paz Duradera”. Pero esta presencia militar continúa siendo insuficiente para el alto mando militar de la OTAN, que periódicamente ha reclamado un mayor compromiso por parte de los países que integran la ISAF. Estados Unidos, se ha quejado reiteradamente de la negativa de algunos de sus socios europeos, entre ellos Alemania y Francia, a aumentar sus efectivos y a poner un pie en las áreas de mayor conflictividad.

Además, la Administración Bush, desembocó en una serie de medidas excepcionales que, en nombre de la seguridad, han suspendido distintas libertades civiles.

Política exterior de Estados Unidos frente al Asia

Ninguna otra región del mundo encierra mayores beneficios y desafíos en potencia para Estados Unidos que Asia especialmente Oriental. En ella se encuentran algunos de los socios más incondicionales en materia de seguridad y comercio; como Japón, potencia establecida, y China, potencia en ciernes; y se encuentra también un dinamismo político y económico que es motivo de envidia en otras regiones. La región contiene un tercio de la población de la Tierra; representa un cuarto del PIB mundial; tiene una participación desproporcionada del crecimiento mundial y recibe 26 por ciento de las exportaciones estadounidenses, inclusive cerca del 37 por ciento de las exportaciones agrícolas, en total unos 810.000 millones de dólares en comercio bidireccional con Estados Unidos.

En todos los aspectos, ya sea geopolítico, militar, diplomático, económico o comercial, Asia Oriental es una región vital para los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos. Las prioridades estratégicas a largo plazo de la política exterior de Estados Unidos son, en lo esencial, bastante sencillas. Ellos quieren un mundo democrático, próspero, estable, seguro y donde reine la paz. Sus políticas con respecto a la región de Asia Oriental y del Pacifico se apoyan en estos objetivos mundiales y participan ampliamente en la región, en el avance de estas metas fundamentales.

No obstante, en los últimos años se han celebrado con éxito elecciones no sólo en las democracias establecidas (Australia, Japón, Malasia, Mongolia, Filipinas, Singapur, Corea del Sur y Taiwán), sino también en Indonesia, país de reciente democratización con la mayor población musulmana del mundo. Algo que prevalece de una u otra manera la hegemonía estadounidense.

También se ha dado un aumento de la prosperidad y las oportunidades económicas en toda la región, todo ello impulsado por el rápido desarrollo de China y la amplia recuperación entre países miembros de la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN) de la crisis financiera que experimentaron a finales de los años noventa. Las economías de la región avanzan hacia una mayor apertura económica, menores obstáculos al comercio y cooperación regional. Los niveles de ingreso han subido y, en general, la pobreza extrema ha disminuido.

Hoy Asia Oriental está mayormente en paz. La región no ha experimentado ningún conflicto militar importante en más de 25 años. A pesar de atentados terroristas ocasionales, se ha visto un rechazo amplio al terrorismo.
A medida que Asia Oriental ha cobrado auge en los ámbitos político y económico, la región también se ha consolidado. En la actualidad se aprecia una ampliación de la cooperación regional tanto política, económica como culturalmente, en el seno de las principales instituciones de la región, como el foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacifico (APEC), ASEAN y el Foro Regional de ASEAN (ARF).

No obstante este trasfondo de tendencias favorables, quedan aún varias amenazas. Entre las más importantes cabe destacar la situación en Corea del Norte, donde el régimen de Pyongyang continúa enfrentándose a la comunidad internacional con su búsqueda de armas nucleares. Con el fin de solucionar este asunto, la administración de Bush ha establecido el marco de las conversaciones a seis bandas, cuyo objeto es lograr que Corea del Norte desmantele su programa nuclear en forma permanente, completa y transparente.

En toda la región se reconoce, cada vez más, que el terrorismo amenaza a todos los gobiernos y que la mejor manera de encararlo es con el esfuerzo conjunto. También Estados Unidos ha buscando la forma de ayudar a los estados de la región que tienen responsabilidad soberana de la seguridad de la importante ruta comercial del estrecho de Malaca, a fin de acrecentar su capacidad de aplicación de las leyes marítimas y la cooperación.

Por último, Estados Unidos ha de colaborar con aliados y amigos en la región para promover la reconciliación nacional y la democracia en Birmania. El distanciamiento persistente de este país de la comunidad internacional es un problema que preocupa cada vez más a la región, especialmente a la ASEAN.

Entre tanto, Indonesia que, después de más de tres décadas de regímenes autoritarios, se ha convertido en la tercera democracia más grande del mundo. Susilo Bambang Yudhoyono, que ganó las elecciones de 2004, es el primer presidente directamente elegido en Indonesia. Ha iniciado un programa de reformas de gran alcance y se propone luchar contra la corrupción y fortalecer las jóvenes instituciones democráticas de su país y, al mismo tiempo, crear las condiciones para un crecimiento económico sostenido, esencial para el desarrollo y la estabilidad del país.

Últimamente Estados Unidos se ha dedicado en, actividades y recursos considerables para apoyar la integración plena de Camboya y Vietnam en las instituciones regionales y la economía mundial, y respaldar reformas que mejoren la vida de sus pueblos. La reunión de los líderes de APEC, que tendrá lugar en Vietnam en noviembre de 2006, pondrá de relieve el auge de Vietnam como potencia regional dinámica.

Una de las tendencias favorables en la región del Pacífico asiático es la mayor cooperación regional, que incluye el desarrollo de las organizaciones regionales.

El gobierno estadounidense ha ampliado contactos con estas organizaciones para examinar las cuestiones de interés común que pueden abordarse más eficazmente en forma multilateral. Es relevante aclarar que, Estados Unidos ha participado muy activamente en el foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC), asociación de 21 países con costas en el océano Pacífico, cuya cooperación tiene por objeto acrecentar la seguridad y la prosperidad de la región.

Para Estados Unidos, APEC es la institución clave en la búsqueda de la liberalización del comercio y la inversión y para encontrar solución a las cuestiones que exigen una cooperación multilateral, como por ejemplo la forma de enfrentar la amenaza de una pandemia de influenza aviar y garantizar la seguridad del comercio en la región.

Estados Unidos es participante entusiasta en el foro regional de la ASEAN (ARF) (la única institución regional inclusiva, en sentido general, dedicada a las cuestiones de seguridad), y ha iniciado charlas con los gobiernos de la ASEAN en cuanto a una asociación más amplia entre esta organización y Estados Unidos que incluya una nueva cooperación en cuestiones políticas y de seguridad, económicas y socioculturales.

Estados Unidos apoya en forma activa los programas de la región del Pacífico, principalmente por medio de organizaciones regionales como la Secretaría de la Comunidad del Pacífico y el Foro de las Islas del Pacífico, mediante asistencia económica, técnica y de desarrollo para los 22 países y territorios del Pacífico.

Con el objeto de hacerle frente a las amenazas a la paz y seguridad regional, el presidente Bush ha hecho insistencia en el fortalecimiento y revitalización de las alianzas. Los vínculos que tienen con sus cinco aliados claves y con un socio clave en la región han mejorado significativamente desde 2001; sin embargo, la difícil tarea de avanzar en este progreso ocupará tiempo en los próximos años.

Estados Unidos y Australia tienen una larga historia de cooperación como aliados muy cercanos y sus relaciones atraviesan el mejor momento de su historia. Australia apoya a Estados Unidos en Afganistán e Iraq, y envía fuerzas a esos conflictos y desempeña un papel importante en la reconstrucción. Comparten el compromiso de combatir el terrorismo, la trata internacional de personas, la no proliferación y demás cuestiones transnacionales.

El presidente Bush ha calificado a Japón como factor de paz y estabilidad en la región, miembro apreciado de la comunidad mundial y aliado de Estados Unidos digno de confianza. Siguen trabajando de cerca con Japón, avanzando sus relaciones hacia una asociación más madura, en el cual Japón desempeñe un papel cada vez más eficaz en el fomento de los intereses estadounidenses tanto regional y mundial.

Las relaciones con Corea del Sur avanzan más allá de su motivo original de seguridad, a medida que la República de Corea comienza a desempeñar la función política mundial que corresponde a su posición económica. Corea del Sur ocupa el tercer lugar en cuanto al número de tropas que ha contribuido a las operaciones internacionales en Iraq y Estados Unidos ha decidido iniciar negociaciones para un tratado de comercio bilateral que, una vez finalizado, hará que Corea sea el tercero entre nuestros mayores socios comerciales, después de Canadá y México.

Tanto Tailandia como Filipinas son importantes aliados ajenos a la OTAN y también socios importantes en la guerra contra el terrorismo. Tailandia ha contribuido tropas para las actividades de la coalición en Afganistán e Iraq y es otro país con el que celebran conversaciones sobre libre comercio. Las fuerzas armadas de Estados Unidos y Filipinas cooperan estrechamente y la administración Bush participa en un programa multianual, de financiación conjunta, denominado Reforma de la Defensa Filipina, cuyo propósito es modernizar la estructura del establecimiento de defensa de ese país.

Con respecto a Singapur, que no es un aliado por tratado sino un socio cada vez más allegado, permite acceso a instalaciones portuarias de primera clase y aeródromos estratégicamente situados a lo largo de rutas de transporte claves.

Singapur desempeña una función activa en las actividades regionales de protección de las vías marítimas vitales que cruzan los estrechos de Malaca y Singapur.

Estados Unidos y Europa apoyan la transformación de Rusia en una democracia vibrante y orientada al libre mercado, y también buscan profundizar una asociación para fomentar la seguridad, la paz y la prosperidad mundiales. Cooperan con Rusia en la búsqueda de intereses comunes, incluidos la no proliferación, el fin del terrorismo y la promoción de la salud. Al mismo tiempo, a Estados Unidos les inquieta algunas tendencias preocupantes en el desarrollo democrático de Rusia y la manera en que Rusia trata a algunos de sus vecinos, incluidos algunos aspectos del uso que hace Rusia de los recursos energéticos.

Finalmente, Estados Unidos apoya la transformación de Rusia en una democracia vibrante y orientada al libre mercado, y busca profundizar una asociación para fomentar la seguridad, la paz y la prosperidad mundial. Estados Unidos coopera con Rusia en la búsqueda de intereses comunes, incluidos la no proliferación, el fin del terrorismo y la promoción de la salud. Al mismo tiempo, a Estados Unidos les inquietan algunas tendencias preocupantes en el desarrollo democrático de Rusia y es la manera en que Rusia trata a algunos de sus vecinos, incluidos algunos aspectos del uso que hace Rusia de los recursos energéticos.

Estados Unidos ha trabajado también para apoyar a las democracias jóvenes y todavía vulnerables de Ucrania y Georgia. Las revoluciones Naranja y Rosa inspiraron a los pueblos que buscan la libertad en todo el mundo. Están comprometidos a ayudar a los ucranianos, georgianos y a otros que se encuentran junto a las fronteras de la libertad, a consolidar sus avances democráticos.

Estados Unidos y su frente con respecto a nuevos actores como China, India e Irán

Con respecto a China

Estados Unidos continúa prestando atención cuidadosa a la evolución de las relaciones con respecto a China. Algo que no apoya la administración de Bush es la independencia de Taiwán y se oponen a medidas unilaterales, tanto por parte de la República Popular China, como por parte de Taiwán, que alteren el statu quo. Estados Unidos solicita a ambas partes a que abran un diálogo directo a fin de llegar a una solución pacifica de las diferencias en el estrecho, sin la amenaza o el uso de la fuerza y de manera aceptable para ambas partes.

Cuando se considera la tarea que implica el objetivo de la diplomacia de transformación promover la democracia, el buen gobierno y la responsabilidad en el sistema internacional, ningún esfuerzo presenta un mayor potencial de dificultad o de recompensa que las relaciones con China.
El éxito de la visión estratégica de Estados Unidos en el largo plazo en Asia Oriental dependerá, en gran medida, del papel que desempeñe China como potencia incipiente a nivel regional y mundial. Estados Unidos acoge una China confiada, pacífica y próspera. Estados Unidos desea que China asuma un papel cada vez mayor como miembro responsable en el sistema internacional.

Al igual que China, el Asia Sudoriental está cambiando rápidamente: muchos países avanzan por el camino del desarrollo económico y la prosperidad. Asia Sudoriental ofrece terreno fértil para las actividades estadounidenses de diplomacia de transformación en apoyo de las reformas que llevan a cabo los pueblos de la región, y que promoverán la democracia y el buen gobierno, fomentarán el desarrollo económico de base amplia y sostenible, fortalecerán sus sociedades y los hará socios más fuertes.

Estados Unidos y China se aproximaron tras los atentados en Nueva York y Washington, pero el énfasis del gobierno de Bush en la guerra antiterrorista y en la seguridad interna desvían su interés de asuntos asiáticos esenciales.

“Expertos en China y ex funcionarios estadounidenses coincidieron en que las buenas relaciones bilaterales se mantendrán mientras Washington no toque la cuestión de la política interna china” . Pero es muy posible que Estados Unidos no dedique demasiado esfuerzo a elaborar definiciones estratégicas sobre Asia. Ya se advierte que en el ámbito más alto no existe una verdadera atención a la cuestión. El desinterés del gobierno de Bush por Asia debería preocupar a sus aliados regionales. Las nuevas prioridades de Washington coinciden con una etapa de cooperación con Beijing, lejos de las tensiones creadas por la cuestión de Taiwan, los derechos humanos y el armamentismo, que caracterizaron las relaciones bilaterales de los últimos años. Pero esta nueva realidad prevalecerá sólo si Washington evita toda presión por cambios políticos en China. Por ende, Mientras Estados Unidos no intente imponer cambios en China ni la trate como enemiga, ambas naciones contarán con espacio para conducir sus relaciones en forma constructiva.

Asimismo, los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos modificaron el escenario internacional y persuadieron a los gobernantes de ambos países de la necesidad de minimizar sus diferencias y colaborar en la guerra contra el terrorismo. El gobierno de China condenó de inmediato los actos terroristas, perpetrados mediante el secuestro de aviones comerciales.

De otro modo, el gobierno chino dio un impulso fundamental a la causa estadounidense durante la cumbre del foro de Cooperación Económica de Asia y Pacífico (APEC) de octubre, a la que asistió Bush. Pero el gobierno de Bush ha respondido refiriéndose a China como su competidor estratégico, Bush también se ha referido a China como una gran potencia con la cual su país desea una relación constructiva. Esta relación podemos decir que se puede mantener dependiendo en gran medida, de la forma en que Estados Unidos trate a China en el nuevo periodo de transición que se abre para ese país como consecuencia de sus relaciones con respecto en las relaciones que tienen estos países en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Sin embargo, las relaciones se tensionaron en los primeros meses del gobierno de Bush, cuando éste dio a conocer su sistema de defensa con misiles, que podría dejar obsoleto el arsenal de misiles balísticos chinos.

Pero tras los atentados de septiembre, el gobierno de Bush parece haber abandonado la idea de que China es su enemigo.

Con respecto a India

Estados Unidos ha formando una alianza estratégica mundial con la India, la mayor democracia del mundo y, en veinte años, probablemente la nación con mayor población. India y Estados Unidos son democracias multiétnicas, multilingües y plurirreligiosas, cuyos intereses coinciden cada vez más en lo que respecta a las cuestiones más importantes del mundo. Dos de los aspectos en los que Estados Unidos ha colaborado en la actualidad son la apertura de nuevos ámbitos de cooperación económica y la conclusión de una colaboración nuclear civil. Están también, examinando ámbitos en los que su alianza pueda fomentar los intereses internacionales, entre ellos la agricultura, la consolidación de la democracia, el socorro en casos de desastre, la educación, la ciencia y la tecnología.

A estados Unidos le conviene establecer una amplia alianza estratégica con la India que estimule el surgimiento de ese país como una fuerza positiva en el ámbito mundial. En el contexto de esta alianza, y como parte del programa de trabajo mucho más extenso que se acaba de describir, Estados Unidos ha llegado a un acuerdo decisivo con la India para lograr una plena cooperación en la aplicación civil de la energía nuclear al mismo tiempo que se fortalece el régimen de no proliferación nuclear.

La India cree, y EEUU está de acuerdo en ello, que necesita de la energía nuclear para sostener un crecimiento económico dinámico, y hacer frente a sus crecientes necesidades de energía de una manera asequible y ecológicamente responsable.

La intención de Estados Unidos es, proporcionar a la India acceso a la tecnología que necesita para establecer una infraestructura segura, moderna y eficiente que proporcione una energía nuclear limpia y pacífica, una de las pocas fuentes comprobadas de energía exentas de emisiones que pueden suministrar la energía necesaria para una economía moderna.

Al mismo tiempo, la India ha acordado asumir compromisos clave de no proliferación que por primera vez la incorporará a la corriente dominante de la comunidad internacional de no proliferación nuclear. Éste es un paso positivo muy importante para la India. Si bien puede hacerse más, y se lo hará, la aplicación por parte de la India de sus compromisos acordados mejorarán, en última instancia, nuestras actividades de no proliferación a escala mundial.

Con respecto a Irán

El gran beneficiario de la política estadounidense en Oriente Medio ha sido obviamente Irán. Como hemos observado, se ha derrocado al enemigo por excelencia de Irán, Sadam Husein. Entretanto, Irán avanza deliberadamente hacia el desarrollo de la capacidad de obtención de armas nucleares, obstaculizado más por sus propias limitaciones que por las sanciones y amenazas externas.

No obstante, debemos recordar que, en 1990-1991 y en 2003 el mero hecho de que Estados Unidos reuniera una cantidad formidable de tropas en la región se convirtió en argumento en favor de emplear esas tropas y emprender acciones bélicas. Estados Unidos pronto tendrá dos grupos de portaaviones destacados en la zona, y quizá pronto un tercero, y le costará abandonar su actitud combativa si Irán no realiza concesiones lo bastante significativas. Aunque muchos funcionarios iraníes son plenamente conscientes de la gravedad de la situación, no resulta muy difícil imaginar una serie de choques reales que podrían conducir, quizá no intencionadamente pero sí obligatoriamente, a una fuerte campaña militar aérea y naval contra Irán. O, en pocas palabras, a otra guerra a instancias estadounidenses.

La presente estrategia de cara a Irán presenta los siguientes aspectos:

1. La amenaza de que Irán adquiera hegemonía sobre amplias extensiones de la región se esgrime para reforzar una alianza con los Estados árabes “moderados”. El trasfondo es que a dirigentes árabes amigos como Hosni Mubarak y los dos Abdalás de Jordania y Arabia Saudí les agradaría ver cómo alguien pone en su sitio a Irán.

2. En vista de que el apoyo nacional a la operación en Irak se está desvaneciendo, la Administración está haciendo esfuerzos por distraer la atención y acusar a Irán de la situación por interferir y facilitar actos de violencia contrarios a la coalición. Las recientes acusaciones de que Irán quizá haya suministrado sofisticados artefactos explosivos resulta algo hipócrita dado el papel que el arsenal estadounidense ha desempeñado en permitir la guerra emprendida por Israel en el Líbano, pero decir eso supondría una incorrección política.

3. Irán ha reprendido y con el apoyo tácito de los regímenes árabes moderados, las fuerzas estadounidenses suavizan los peores estragos de la guerra civil y hacen que el conflicto en Irak pase de ser un desastre de proporciones catastróficas a ser una situación caótica pero controlable de la que los iraquíes son los principales responsables por no haber sabido sacar provecho del “regalo” de la liberación.

La idea de que Estados Unidos podría atacar Irán, hacer que acatara su voluntad y posteriormente reforzar su posición de poder en Oriente Medio resulta sumamente arriesgada. Un ataque estadounidense debilitaría las voces pragmáticas en Irán, reavivaría el nacionalismo iraní, brindaría incentivos para que Irán le hiciese a Estados Unidos la vida extremadamente difícil en Irak y otros lugares y probablemente dificultaría el comercio internacional del petróleo.

El apoyo a Estados Unidos ya es de por sí escaso entre la comunidad chií. La idea de que el Gobierno de Bush, puede alinearse con un Gobierno de mayoría chií en Bagdad y al mismo tiempo atacar Irán es ilusoria. Si Estados Unidos pierde el respaldo general de la comunidad chií iraquí, entonces será el fin de la historia.

Entre los regímenes árabes amigos existe sin duda cierta preocupación por las fuertes ambiciones iraníes en Oriente Medio, y hasta por la posibilidad de que Irán adquiera armas nucleares.

La principal preocupación en las capitales árabes es la desestabilización inherente al conflicto en Irak. Por ejemplo, algunos dirigentes especialmente de Egipto recuerdan aún la violencia desatada por los árabes afganos, los muyahidines, a su regreso de Afganistán. La opción preferida por algunas capitales como El Cairo es que se involucre a Irán en la estabilización de Irak en vez de provocársele y que éste termine convirtiendo a Irak en una amenaza aún mayor para la región.

Por su parte, Irán ha señalado que entiende la gravedad de las amenazas estadounidenses, y además está sufriendo enormemente las restricciones financieras propugnadas por Estados Unidos y respaldadas por Europa. Es más, algunos dirigentes iraníes, han manifestado una disposición a entablar negociaciones diplomáticas con Estados Unidos. Pero aún así, de momento el Gobierno de Bush no tiene previsto entablar negociaciones diplomáticas serias con Irán hasta que éste no esté dispuesto a hacer unas concesiones de carácter preventivo que resultan altamente improbables. Finalmente, El tema nuclear iraní es de hecho una competencia entre Teherán y Washington. Los acontecimientos posteriores dependerán principalmente de la actitud de Estados Unidos. En tanto Washington mantenga su actual actitud, existirá la posibilidad de nuevos conflictos.

Conclusiones

Finalmente debo concluir que actualmente la aplicación de política exterior estratégica más importante es la del Medio Oriente; a pesar de tener una población dispersa y relativamente pequeña oriente próximo es una de las zonas del mundo más vivamente iluminada porque es la principal región petrolífera del planeta. Además, Estados Unidos seguirá disfrutando de más influencia en esta región que cualquier otra potencia extranjera, pero sin embargo se ha reducido en los últimos años.

De otro modo, La alianza internacional más importante del mundo como lo es la OTAN es la alianza primaria de Estados Unidos, el vínculo estratégico entre América del Norte y Europa y el brazo de seguridad básico de la comunidad democrática transatlántica. Esta alianza y Estados Unidos trabajan todos los días con socios europeos para fortalecer las acciones antiterroristas y ayudar conjuntamente a otros estados a mejorar su capacidad antiterrorista. La cooperación estadounidense se extiende al intercambio de información e inteligencia, el desmantelamiento de células terroristas, la interceptación de acciones logísticas terroristas y las actividades contra el lavado de dinero.

El peligro más grave que enfrenta Estados Unidos es la perspectiva de armas de destrucción masiva en manos de terroristas y sus patrocinadores. Bajo la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación, Estados Unidos y Europa se han sumado a otros países para convenir la adopción de medidas eficaces para interceptar la transferencia o transporte de armas de destrucción masiva, sus sistemas de ataque y materiales relacionados.

Estados Unidos ha profundizado de manera constante la cooperación policial. Combate las actividades delictivas organizadas, entre ellas la trata de seres humanos, la distribución de narcóticos y los delitos económicos, así como para afirmar la seguridad de las fronteras.

Estados Unidos en las últimas décadas ha fomentado la prosperidad mundial por medio de los mercados abiertos, un sistema financiero estable y confiable y la integración de la economía global.

Nunca antes Europa y Estados Unidos han trabajado tan de cerca y tan eficazmente. Mientras los suspicaces han propuesto teorías de intereses divergentes, separación estratégica e incluso de una rivalidad incipiente, éstas se disuelven ante una realidad de cooperación estrecha asentada en valores comunes, propósitos comunes y una visión común. Europa y Estados Unidos son aliados en la acción, resueltos a hacer más libre, más seguro y más próspero al mundo.

Finalmente, debo hacer pertinente el proceso por el cual Estados Unidos esta atravesando, debido a sus radicales cambios con respectos a su nueva política exterior frente a los países del oeste ya que el percibe que su sucesor se encuentra en ese punto. Si este país durante los próximos años no cumple a cabalidad el fortalecimiento de las relaciones con el Oeste quizás su hegemonía no dure más de 50 años.

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