22 de abril de 2009

EL INCIERTO FUTURO DE CHIPRE



Niels Kadritzke

Se retomaron las negociaciones con visitas a reunificar Chipre. En 2004, el “No” de los chipriotas griegos al plan propuesto por Naciones Unidas (y aprobado por los chipriotas turcos) paralizó el proceso de paz. Si bien la elección del presidente Demetrio Chritofias relanzó el diálogo, el estatus (federal o confederal) del futuro Estado continúa en debate.

Apenas uno llega al hall del aeropuerto de Larnaca comienza el bombardeo de los promotores inmobiliarios. Decenas de folletos proponen mansiones de veraneo y departamentos de lujo, e invitan sin más a mudarse a Chipre: “Move to Cyprus!”. La tendencia continúa a lo largo de la autopista que conduce a Nicosia. “Compre su casa al sol”, insisten, en carteles gigantes, las empresas de construcción que cubren de cemento las costas del sur de Chipre.

Como si el único problema de la isla de Afrodita consistiera en vender la mayor cantidad posible de terreno y de cemento a los extranjeros. El otro problema de Chipre, sin embargo, también se manifiesta apenas uno llega a Nicosia a través de un pequeño llamado sonoro: “Welcome in Turkey” (“Bienvenido a Turquía”), anuncia un mensaje de texto en el celular. El operador de telefonía móvil Turkcell, que detenta el monopolio de la cobertura en todo el norte, envía señales más fuertes que Cytanet, en el sur.

El verdadero problema de la isla se complicó aún más con la adhesión de la República de Chipre a la Unión Europea en 2004, aun cuando su soberanía no es ejercida en el tercio norte del territorio: la República Turca de Chipre del Norte (RTCN), toda una curiosidad en materia de derecho internacional. El país sólo es reconocido por Turquía, que tiene apostados allí a más de cuarenta mil soldados.

Zona euro

Para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), así como para los chipriotas griegos, se trata de un territorio ocupados desde 1974, en el cual la inclusión comunitaria en la Unión no puede aplicarse “provisoriamente”. De todas maneras, los chipriotas turcos, en tanto individuos, gozan de todos los derechos del resto de los ciudadanos europeos, incluida la libre circulación en el conjunto que forman los Veintisiete si es que sacan el pasaporte de la República de Chipre, algo que la mayoría ya ha hecho.

Sin embargo, en la primavera (boreal) de 2008 apareció una luz de esperanza, que puede encontrarse sin dificultad en el centro de Nicosia: el nuevo paso abierto para peatones en la calle Ledra, en la parte antigua de la ciudad, permite a la gente deambular de nuevo entre las mitades griega y turca de la capital dividida. Así, los curiosos pueden descubrir pequeños progresos que resultan ventajosos para ambas partes. Los negocios turcos exhiben el precio de sus productos en euros. Del lado griego, una boutique de moda menciona, en su publicidad, a su personal turcófono. Y el símbolo de las futuras mejorías ya tintinea en todo los bolsillos: desde el 1º de enero, la República de Chipre pertenece a la zona euro, y la moneda europea se extiende por toda la isla. Además, las monedas chipriotas llevan grabadas las palabras Kypros y Kibris, ofreciendo así a la lengua turca su primera aparición oficial en la zona euro.

Pero los avances perceptibles en la calle Ledra no anulan un pasado doloroso. Aquí, luego de los primeros choques entre chipriotas griegos y turcos, en la Navidad de 1963, la “línea verde” pasó por el medio de Nicosia, precisamente por la calle Ledra. Los cascos azules de la ONU vigilan la calle desde 1964. Con la invasión turca del verano de 1974, se incorporó a la línea de demarcación que atraviesa toda la isla, de un extremo al otro.

La apertura de la calle Ledra es un resultado, ante todo, de la derrota del presidente saliente de la República de Chipre en las elecciones de febrero de 2008. Cuatro años antes, Tassos Papadopoulos había contribuido en gran medida a que los chipriotas griegos rechazaran el plan de paz propuesto por el secretario general de la ONU, Kofi Annan (1): había logrado convencer a sus compatriotas de que el tiempo jugaba a favor de la parte griega. Esta última podría ejercer presiones más eficaces sobre Turquía una vez que fuera parte de la Unión Europea.

La derrota de Papadopoulos se debe a varios factores, uno de los cuales resulta determinante: la mayoría de los electores hoy en día comprende que el tiempo no juega a favor de la reunificación, sino en contra. Es por eso que, este año, dos tercios de los chipriotas votaron, en la primera vuelta, por aquellos candidatos que prometían nuevas negociaciones con la parte turca. Y eligieron, en la segunda, a Dimitri Christofias, un político que no encarna una enésima variante del nacionalismo griego, sino más bien un patriotismo chipriota de izquierda.

Desde la época colonial británica, los comunistas tradicionales del Partido Progresista del Pueblo Trabajador (AKEL), primer partido de la isla en los años cincuenta, dominan la izquierda chipriota. A pesar de su retórica marxista-leninista, este partido representa más bien una suerte de variante mediterránea del partido laborista. Los chipriotas turcos participaban ampliamente en sus sindicatos y en sus cooperativas campesinas, razón por la cual los “comunistas” gozan aún hoy de una buena imagen entre muchos electores del Norte. Además, el AKEL no desempeñó un papel activo en la guerra civil desatada en 1963 por los chipriotas griegos, mientras que Papadopoulos conservaba una siniestra reputación de ex jefe de las milicias griegas irregulares que luchaban entonces por la anexión a Grecia (la enosis).

Papadopoulos y Christofias encarnan dos visiones opuestas del futuro: el primero promueve un segundo Estado griego con derechos más o menos amplios para la minoría chipriota turca; el segundo, una federación de dos Estados federales de iguales derechos.

De allí que los observadores, durante las elecciones presidenciales de 2003, se asombraran por la cooperación de socios tan disímiles. El hecho de que Christofias nombrara presidente a Papadopoulos irritó a los chipriotas turcos. Cuando, cinco años después, el primero se presentó contra el segundo, muchos vieron allí una especie de autocrítica tardía por su “error” de 2003, que finalmente condujo al fracaso del plan Annan.

Si hay alguien que no duda de la buena voluntad del nuevo presidente, ése es Ferdi Sabet Soyer. El primer ministro de la RTCN lidera un gobierno constituido en torno al Partido Republicano (CTP) del presidente Mehmet Ali Talat. No obstante, el jefe del gobierno se muestra escéptico respecto de las posibilidades que tiene Christofias de lograr que los chipriotas griegos acepten una “solución realista”. Recuerda que el nuevo jefe de Estado, incluso dentro de su propio gobierno, debe contemporizar con representantes del “frente del rechazo”, partidarios vehementes de la línea de Papadopoulos (2).

El hecho de que este recuerdo de la estrechez del margen de maniobra política de Christofias provenga del jefe de gobierno del Norte no carece de ironía. En la oficina de este último, las banderas de la RTCN y de Turquía flanquean, de un lado y del otro de un lado y del otro, la monumental mesa de trabajo. El gobierno chipriota turco está “marcado de cerca”. Dentro de la RTCN, el poder real pertenece al Ejército turco, cuyo comandante en jefe también dirige la policía y hasta los bomberos. La vox populi no se equivoca cuando llama al primer ministro “pacha” (antiguo nombre que, en el imperio otomano, se daba al representante del sultán).

En las negociaciones que deben empezar este mes entre Christofias y Talat, el Ejército turco tendrá algo para decir… y no poca cosa. Este último presenta la cuestión de Chipre como una “causa nacional” o, dicho de otro modo, como su causa. Muy a su pesar, el presidente de la RTCN pudo ver esto cuando por primera vez intentó abrir la calle Ledra, en enero de 2007. Entonces, el jefe del Estado Mayor, general Mehmet Yasar Büyükanit, lo convocó a Ankara, lo atemperó y le recordó, ante la prensa, que toda cuestión relativa a la seguridad de su república “soberana” concernía al Ejército turco y a nadie más.

Las buenas relaciones entre el gobierno de la RTCN y el gobierno de Redec Tayyip Erdogan alcanzan para despertar la suspicacia de los militares. A la vez, la intensificación de la lucha por el poder, en Turquía, entre el bando kemalista y el Partido por la Justicia el Desarrollo (AKP) precariza la situación del presidente Talat y del primer ministro Soyet.

Los generales –contrariamente al primer ministro Erdogan– siempre consideraron con mucho escepticismo el plan Annan, que a fin de cuentas preveía la partida de todas las tropas de la parte norte. Los comandantes de la Marina, la Fuerza Aérea y la Gendarmería prepararon incluso un golpe para la última fase de las negociaciones sobre el proyecto de la ONU. Pero el entonces jefe del Estado Mayor, general Hilmi Özkuk, se opuso, por temor a enterrar definitivamente el acceso de Turquía a la Unión Europea (3).

Sin embargo, los militares de Ankara se muestran más reacios que nunca a una solución del problema chipriota. Interrogado sobre si no podría obtener la partida inmediata de parte de las tropas turcas, como gesto de buena voluntad para con los chipriotas griegos, el presidente Talat remitió a un artículo de la Constitución de la RTCN que delega en el Ejército turco la responsabilidad de la seguridad de la República. Y, al hacerlo, olvida que antes de acceder a la presidencia, él y su partido querían suprimir el artículo en cuestión…

Pero la pregunta principal, antes del nuevo ciclo de negociaciones, es la siguiente: ¿el plan Annan sigue siendo la base de esas negociaciones? El presidente Christofias considera que el proyecto está muerto. El presidente Talat opina que sigue siendo actual. Oficialmente, los dos decidieron discutir “todos los planes interesantes” de la ONU, incluido –aunque no solamente­– el de Kofi Annan.

Pero ese plan ya perdió parte de su sustancia. Tal es el caso, por ejemplo, de la propiedad territorial griega en el Norte, cuya restitución parcial –o al menos un plan de compensaciones– estaba prevista en el plan de la ONU. Pero he aquí que desde 2004 gran parte de los terrenos fueron convertidos en zonas de construcción y cedidos a inversores, sobre todo turcos y británicos, quienes ya han vendido miles de “casas al sol” a clientes extranjeros. El presidente Talat no lo niega, pero agrega: “Los griegos lo sabían cuando rechazaron el plan”.

Para numerosos chipriotas griegos, la cuestión de la propiedad es capital. Ellos, que ya encontraban el plan de Annan poco satisfactorio en este aspecto, no van a aceptar una regulación aún más desfavorable. Algunos chipriotas turcos, por su parte, denuncian que se está “rematando” su identidad. Ali Erel, presidente en el Norte de la Asociación Chipre-UE, se encuentra entre los más críticos. Al observar que gran parte de las inversiones en tierras griegas provienen de empresas turcas financiadas por el Banco de Desarrollo de Ankara, Erel considera que aquellos que se benefician no pueden estar interesados en la reunificación. Por otra parte, en Nicosia circula el rumor de que la parte turca no tendría la menor intención de ceder al Sur la región de Morfou (que desde 2004 goza de inversiones masivas), según lo que establecía el plan de Annan.

Dos pueblos, dos democracias

Pero la principal manzana de la discordia afecta a la forma que adoptará el Estado de la futura República Unida de Chipre. Ankara, conforme a la decisión del Consejo Nacional de Seguridad (MGK) del 24 de abril, reclama una solución “sobre la base de las realidades en la isla y de la existencia de dos pueblos diferentes y dos democracias”. Dicho de otro modo, una confederación de dos Estados, fundada sobre el derecho a la autodeterminación de cada pueblo. El plan Annan, en cambio, prevé una República Federal de Chipre: un Estado compuesto por dos comunidades organizadas en dos Estados federales de iguales derechos.

Para los chipriotas griegos –pero también para la UE y la ONU­–, se trata de una diferencia significativa. Una confederación puede ser denunciada en cualquier momento por alguno de sus Estados miembros. Una federación, en cambio, goza de una soberanía plena y entera sobre una base unitaria, según el modelo de la República de Chipre antes de 1960. El comunicado publicado tras el primer encuentro entre Christofias y Talat aportaba una clarificación provisoria: los dos presidentes habían debatido sobre la “soberanía en la unidad y la ciudadanía”, y se habían puesto de acuerdo “en las premisas”. Estos términos les bastaron a los partidos nacionalistas del norte para exigir la dimisión de Talat: el órgano de los servicios secretos turcos en la RTCN, Volkan, llegó a acusarlo de abuso de poder y traición.

Otro punto crítico: la continuidad respecto de la vieja República de Chipre que, a pesar de la separación de 1974, existe como sujeto de derecho internacional. Los chipriotas griegos exigen que se perpetúe: la nueva federación sería una especie de Segunda República de Chipre. Pero Ankara insiste en que Turquía sea una “potencia garante” de la nueva Federación. Lo cual originaría una situación absurda: siendo miembro de la UE, Chipre estaría “garantizada” por un Estado que no puede sumarse a la Unión por un período indefinido. Sobre todo en la medida en que el “garante” sería en realidad el Ejército, cuyo poder, fuera de todo control, motiva en parte la incompatibilidad de Turquía con la Unión Europea.

Más que nunca, la solución del problema chipriota depende de la situación en la propia Turquía. Si el bando kemalista triunfara en el conflicto con la AKP, Ankara se dirigiría hacia una crisis que podría poner fin definitivamente a su perspectiva de entrar en la Unión. Ahora bien: esta última constituye el principal acicate para forzar a la clase política turca a aceptar una solución para Chipre.

Notas:

1 El secretario general de Naciones Unidas proponía la creación de una federación de dos Estados chipriotas que entrarían juntos en la Unión Europea. Ver “Una oportunidad perdida para los chipriotas”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, mayo de 2004.

2 De hecho, Christofias tuvo que prometerles puestos ministeriales a dos partidos del “rechazo” para poder ganarle al candidato del partido conservador DISY en la segunda vuelta.

3 El jefe de la Marina Özden Örnek da detalles de la conspiración en su diario íntimo. Ver Today’s Zaman, Estambul, 3-7-08.