23 de junio de 2009

EL ESCENARIO 'CHINDIA'


Pablo Bustelo

Aunque se suele dar por supuesto que las economías de China e India serán cada vez más competitivas entre sí, ese escenario no es en absoluto inevitable. De hecho, las tendencias económicas de los últimos años y las previsibles en un futuro cercano apuntan a un escenario de complementariedad o de división del trabajo entre China e India. Ese escenario, que se puede denominar "Chindia", sería el resultado de la creciente superioridad de China en la producción y exportación de manufacturas y de la continua especialización de la India en la exportación de servicios de tecnologías de la información (STI), así como de la complementariedad y colaboración de los dos países en otros campos, como la atracción de inversión directa extranjera y de inversión en cartera en bonos y seguramente también el acceso a los recursos energéticos.

Muchos especialistas suelen dar por supuesto que las economías de los dos gigantes demográficos de Asia, China e India, serán cada vez más competitivas entre sí. En otras palabras, que lo que ocurrirá en los próximos decenios es que China se adentrará con éxito en las exportación de servicios de tecnologías de la información (STI), campo en el que la India ha destacado hasta ahora, mientras que la India empezará a exportar masivamente productos manufacturados, labor en la que hasta ahora China no ha tenido rival entre los países en desarrollo.

Y también que la rivalidad entre China e India aumentará en aspectos como la captación de inversión extranjera o el acceso a las materias primas.

Sin embargo, las tendencias económicas registradas hasta ahora, así como las previsibles en un futuro cercano, quizá apunten en otra dirección: hacia una creciente complementariedad (o división del trabajo) entre China e India. En otro términos, que frente al escenario "China + India" quizá sea más probable el escenario "Chindia". Los efectos de ese escenario serán seguramente importantes: un desplazamiento más rápido hacia Asia del centro de gravedad de la economía mundial y quizá la aparición de un nuevo tipo de globalización, alternativa a la basada en la hegemonía de Occidente.

Las conclusiones de dicho artículo se pueden resumir en cuatro principales. La primera es que, frente a quienes dicen que la India es una China in pectore en el comercio de mercancías, hay que insistir en que los perfiles exportadores de los dos países son bastante distintos y que no se observa convergencia alguna entre ellos en años recientes (aunque naturalmente sí a lo largo de los últimos dos decenios).

En 2005 las principales categorías (partidas de 2 dígitos de la Clasificación Uniforme del Comercio Internacional, CUCI, Revisión 3) exportadas por China eran máquinas de oficina y computación (CUCI 75), equipos de telecomunicación (CUCI 76) y máquinas y aparatos eléctricos (CUCI 77). Por el contrario, las principales partidas exportadas por la India eran manufacturas de minerales no metálicos (CUCI 66), productos derivados del petróleo (CUCI 33), prendas y accesorios de vestir (CUCI 84) e hilados y tejidos de fibras textiles (CUCI 65). Además, diversos estudios empíricos apuntan a que en años recientes la competencia entre China e India en mercados terceros e internos ha disminuido. En otros términos, la complementariedad entre sus perfiles exportadores ha aumentado, tanto en los mercados terceros como en los mercados propios.

Además, y sobre todo, parecen escasas las posibilidades de que la India se adentre masivamente en el comercio internacional de productos textiles, artículos de confección y calzado, porque China seguramente relocalizará su producción desde la costa hacia sus provincias interiores y porque podrían aparecer otros grandes competidores en Asia, como Vietnam, Bangladesh o Indonesia. China seguramente trasladará el grueso de esas actividades desde las provincias costeras hacia las interiores, a medida que se encarece la mano de obra en la costa y que mejoran las infraestructuras en el interior. Las diferencias salariales siguen siendo muy amplias entre la costa y el interior, dado el muy diferente nivel de desarrollo. En los últimos diez años han mejorado mucho las infraestructuras de transporte, energía y telecomunicaciones en las provincias interiores, gracias al Plan Oeste (de 2000) y a las iniciativas más recientes respecto de las provincias del centro de China (Henan, Hubei, Hunan y Jiangxi). Además, no es nada seguro que una relocalización internacional a escala regional del sector textil, si se produjera, vaya a beneficiar precisamente a la India: podría producirse en dirección de Vietnam, Bangladesh, Indonesia, etc.

Es muy improbable, al menos por ahora, que la India consiga competir con China en productos electrónicos e informáticos. En particular, la necesaria opción de la India por el desarrollo de la industria manufacturera (por razones de creación de empleo) se enfrenta a resistencias políticas y sociales (por ejemplo, a la creación de zonas francas industriales de exportación) y se ve dificultada por la mala calidad y el lento desarrollo de las infraestructuras, así como por la todavía muy escasa inversión extranjera en ese sector.

De hecho, el comercio bilateral, que ha aumentado mucho en los últimos años, sigue siendo básicamente interindustrial. Las cifras chinas e indias no coinciden, pero las estadísticas internacionales indican que ese comercio ha pasado de 2.400 millones de dólares en 2000 a 20.000 millones en 2006, con un superávit de unos 4.000 millones en favor de China. El 60 por ciento de las exportaciones indias a China está formado por mineral de hierro y metales preciosos, mientras que las exportaciones chinas a la India están más diversificadas, destacando las partidas de equipo de telecomunicaciones, maquinaria de oficina, productos químicos orgánicos e hilados y tejidos.

La segunda conclusión del artículo es que no parece que esté bien argumentada la tesis de que la hegemonía de la India en la exportación de STI es transitoria y de que China acabará por dominar también ese sector, como ha hecho con buena parte de la industria manufacturera. La distancia entre las exportaciones de STI de la India y las de China es todavía muy grande y todo parece indicar que se mantendrá en los próximos años. Además, China presenta algunos inconvenientes serios para crear un sector de STI potente y fuertemente exportador.

Es bien conocido que la India se ha convertido en un importante exportador de STI, especialmente de los subcontratados por grandes multinacionales extranjeras a empresas indias, como Tata Consultancy Services (TCS), o a filiales de las grandes compañías del sector, como IBM, Microsoft, Dell, HP, etc.

Tales servicios consisten, por un lado, en software y servicios relacionados (en inglés ITSS, o information technology software and services). En el subsector de ITSS, la India ha destacado por la alta relación calidad-coste de actividades como, entre otras, desarrollo y mantenimiento de aplicaciones informáticas, integración de sistemas, mejora de paquetes informáticos o alojamiento de páginas web.

Por otro lado, en los STI hay otro subsector (llamado ITES-BPO), constituido por los servicios integrales a empresas, esto es, por servicios dependientes de las tecnologías informáticas (ITES, o information technology-enabled services) y servicios de subcontratación de procesos empresariales (BPO, o business process outsourcing), como son los servicios de atención al cliente por teléfono (call centers) o correo electrónico, administración de personal, contabilidad, mantenimiento de páginas web, etc. Están naciendo, además, procesos subcontratados basados en el conocimiento especializado (KPO, o knowledge process outsourcing), como análisis financieros y jurídicos, diagnósticos médicos a distancia, estudios de ingeniería, operaciones actuariales, etc.

Las exportaciones de STI son mucho más importantes en la India que en China, tanto en valor absoluto como en proporción de las exportaciones totales de servicios. En 2005 fueron de 18.000 millones de dólares en la India (40 por ciento de sus exportaciones de servicios) y de sólo 3.000 millones en China (apenas el 5 por ciento de sus exportaciones de servicios).

Además, China presenta algunos inconvenientes para aumentar sustancialmente sus exportaciones de STI. Entre esos inconvenientes destacan algunos relacionados con la mano de obra: la falta de ingenieros experimentados, de programadores o de gestores de proyectos; la ausencia de un número elevado de profesionales realmente bilingües; y un coste laboral que es, por el momento, todavía superior al de la India.

Otros inconvenientes tienen que ver con un tejido empresarial que es muy distinto del de la India. Las empresas chinas de STI son mucho menos importantes a escala internacional, tienen una dimensión media muy inferior, así como dificultades de financiación, dado el subdesarrollo y mal funcionamiento de los mercados chinos de capital, y, sobre todo, se enfrentan a una escasa protección de los derechos de propiedad intelectual, pese a los progresos de los últimos años.

Además, China tiene un mercado interior de STI muy importante y en clara expansión, por lo que, sobre todo a la vista de la competencia india, es probable que las empresas chinas se orienten sobre todo al mercado interno. De hecho, hoy en día las exportaciones de STI, en proporción del volumen de ventas del sector, son el 80 por ciento en la India y apenas el 8 por ciento en China.

La tercera conclusión del trabajo es que los datos disponibles sugieren que, hasta el momento, China e India atraen una inversión directa extranjera (IDE) con origen y destino distintos: China recibe fundamentalmente IDE de otras economías asiáticas y en el sector manufacturero, mientras que la India atrae básicamente IDE de EE.UU. y Europa para su sector servicios. En cuanto a la inversión en cartera, la competencia es más importante y podría aumentar a medida que aumenta el tamaño de las bolsas de valores de China. En lo que se refiere al acceso a los recursos energéticos y a otras materias primas, la tendencia está menos clara. Es cierto que existe una mayor cooperación energética entre los dos países, especialmente a raíz del acuerdo bilateral de enero de 2006 (que se ha manifestado, por ejemplo, en adquisiciones conjuntas de activos en el extranjero), pero tal cosa no impide que haya competencia en algunos casos. En cuanto a los restantes productos primarios, el importante poder de mercado de China e India en ciertos artículos no se ha manifestado todavía en una estrategia común de compras.

Finalmente, la cuarta conclusión es que existen factores extraeconómicos que conviene tener en cuenta. La rivalidad política y estratégica entre China e India, que tiene hondas raíces (guerra de 1962, pruebas nucleares indias de 1998, críticas indias al apoyo chino a Pakistán, críticas chinas al acercamiento India-EEUU, etc.) puede dificultar la senda hacia la que apuntan las tendencias económicas. Sin embargo, el acercamiento político reciente entre los dos países y la aproximación de posiciones en foros internacionales (OMC, G20, etc.), entre otros factores, podrían reducir sustancialmente esa rivalidad.

Por consiguiente, los datos existentes y las previsiones más razonables apuntan a que probablemente se mantendrá la división del trabajo entre China e India, esto es, la complementariedad y la cooperación entre sus economías, al menos en comercio de bienes y servicios, atracción de inversión directa extranjera, de inversión en cartera en bonos y seguramente también en el acceso a los recursos energéticos. Esas tendencias hacia la cooperación parecen ser más fuertes que las tendencias hacia la competencia que se aprecian en otros campos, como la atracción de inversión en cartera en acciones o el acceso a otras materias primas. De ser así, se podría hablar, por tanto, de una "Chindia" en la economía mundial.